UN RECUERDO PARA STEVE KORDEK
Cualquiera de nosotros ha pasado grandes y entretenidas tardes con los amigos, alrededor de un cafecito y echando unas interminables partidas al pinball que tan bien controlabáis. Con la módica cantidad de 25 pesetas alguno de los expertos congregados alrededor de la maquineta, conseguía la suficiente cantidad de partidas extra como para pasar una tarde entretenida. A veces todos tenían una mala tarde y nos dejábamos los cuartos trasteros en el dichoso pinball y nos íbamos a la discoteca con las manos en los bolsillos y esas lucecitas parpadeantes, y esos ruiditos características, y los clack!, clack! propios de la partida extra, resonando todavía en la cabeza. «¿Perdona guaperas quieres bailar?», te decía la bella Penélope en la disco. Pero tú seguías pensando en el jodido pinball, no podías quitártelo de la cabeza. Incluso alguno de tus amigos bromeaba con el asunto, «tus hijos van a nacer con lucecitas en los ojos». Todos tenemos una bonita historia que contar alrededor de un pinball, entrañable y propia de tiempos que no volverán. Como el inventor del pinbal moderno, Steve Kordek, tras 100 años en el planeta ha decidido descansar. Gracias Steve, no me ligué a Penélope por tu jodida culpa.
Steve Kordek, who revolutionized the game of pinball in the 1940s by designing what became the standard two-flipper machine found in bars and penny arcades around the world, died on Sunday at a hospice in Park Ridge, Ill. He was 100. His daughter Catherine Petrash confirmed his death.
Mr. Kordek actually revised a revision of what until the 1930s had been called the pin game. In that version a player would pull a plunger to release the ball, then shake the table in an often frustrating attempt to redirect the ball toward a scoring target — a cup or a hole.