SEGUIMOS DONDE LO DEJAMOS

Y es que hace año y medio se publicaban algunos extractos de los documentos inéditos de la investigación sobre Eric Harris y Dylan Klebold. ¿Qué quienes son estos dos?. Pues los adolescentes que la emprendieron a tiros contra todo lo que se movía en su instituto de Columbine.

Ya saben, vuelve a estar en boca de todos lo de la violencia y los videojuegos, lo de las drogas y los videojuegos, el fracaso escolar y los videojuegos,… curiosamente, nadie dice nada del sexo y los videojuegos. Y me consta que los adolescentes de hoy en día follan más que nosotros a su edad y eso que juegan mucho a videojuegos. Probablemente, también la tendrán más grande, pero eso es culpa de la mierda que le ponen a los alimentos.

De todas formas, lo que decíamos en Julio del 2006 sigue siendo, a día de hoy, igual de válido. How long, how log we must sing this song?

Como no podía ser de otra manera, ya que cualquiera nacido a partir de 1970 forma parte de la generación de los videojuegos, resulta más sencillo para todos los sesudos analistas demonizar a Pac-Man que preguntarse por lo que realmente no ha funcionado.

Eric Harris dejó esto escrito: (presten atención a las últimas líneas porque son esas las que han servido y servirán de excusa a gente como Hillary Clinton, más preocupada por su carrera política que por sus representados, para interrogarse sobre la talla moral de sus conciudadanos).

«Será como los disturbios de Los Ángeles, como el atentado de Oklahoma, como la II Guerra Mundial y Vietnam, como Duke y Doom todo mezclado… Quiero dejar mi huella en el mundo».

¿Qué referentes puede tener un chico nacido en 1981?. Pues los que le ha dado la Televisión en primer lugar: L.A. y Oklahoma, los que ha aprendido de las películas: Vietnam y la 2GM, y finalmente, los que le ha proporcionado la cultura pop de final de siglo: los videojuegos.

No se por qué se escandalizan cuando leen que estos chicos jugaban al Duke Nukem y al Doom, lo raro sería que no lo hicieran. Del mismo modo que sería extraño que un joven de finales de los ´60 no nombrara a los Beatles. Y al igual que pasaba entonces, se equivocan al culpar al rock o a los videojuegos de todos los males de la sociedad.

Podría ser que ese eterno desdén que muestran los norteamericanos por los perdedores (los loosers) y esa glorificación de los triunfadores les turbara la vista y les impidiera ver que en el fondo son la misma cosa. Que acabar siendo millonario o reventándole la tapa de los sesos a tu profesor no son dos finales a dos caminos distintos, sino que son dos posibles alternativas para un mismo recorrido.

Mientras estos dos jóvenes asesinos son demonizados, hay otros dos jóvenes vilipendiados, pero admirados. John Carmack y John Romero son los padres de la criatura, los creadores de Doom, por tanto son los malvados tutores de toda una generación de tarados. Son también millonarios y eso, amigos, es lo que acaba por contar. Si han triunfado, es que algo bien han hecho. Les cuesta mucho a los estadounidenses aceptar que alguien que ha conseguido el American Dream pueda ser un mal bicho. Nosotros los europeos, y sobretodo los españoles, lo tenemos mas claro: si ha triunfado es porque es un hijodeputa, da igual si es verdad o no, pero dormiremos mas tranquilos.

John Carmack fue enviado a un correccional durante un año por intentar asaltar una escuela para llevarse un Apple II. El chico disolvió el cristal de una ventana con un preparado de su invención para evitar que sonara la alarma

John Romero, a la edad de veintiún años, estaba casado y tenía un hijo, también estaba sin empleo y el futuro no pintaba muy bien.

Los dos tenían en común su pasión por los videojuegos, pero era necesario que se conocieran para poder alcanzar el sueño que perseguían.

Carmack y Romero son exactamente iguales que los asesinos de Columbine, jóvenes sin rumbo, criados en familias rotas, apasionados del heavy, de los videojuegos, de los juegos de rol, de los cómics; en definitiva, de todos aquellos mundos que les permitían evadirse de la realidad y donde tenían el control. Fue su talento y perseverancia (y también algo de suerte) lo que les llevó finalmente a crear juegos en vez de limitarse a jugarlos. Pero hasta que llegaron a esa meta, no eran más que dos chicos con camiseta y tejanos, con afición a las bombas caseras, el gore, el heavy metal y los ordenadores.

Exactamente igual que muchos otros.