«SEGA ARRUINÓ MI VIDA»
Isaías Carrasco en la campaña publicitaria con la que pensaba comerse el mundo
Muchos se preguntarán que ha sido del antaño famoso Isaías Cabestro, vencedor del concurso “Pon tu careto radikal al nuevo Sonic Jam!” organizado por SEGA con la colaboración de la famosa revista Segamola. La campaña publicitaria resulto ser un enorme fracaso, Segamola cerró sus puertas y ventanas, los jovencitos de aquella época ya tienen señora, hijos, tripa y ya no juegan a nada y el pobre Isaías desapareció del candelero de esa dimensión abarrotada de glamur, cotizaciones en bolsa, mentiras y amenazas que tan bien adornan el delicioso mundillo de los videojuegos.
Gracias al estupendo departamento de investigación de Gamesajare, y a varias cartas anónimas con amenazas, pudimos localizar a Isaías en su pueblo natal de La Ginebrosa, provincia de Teruel. Temido y despreciado a partes iguales por sus vecinos, que se refieren a él como “El punki”, “El fantoche” o “el modernito de los cojones”, Isaías vive encerrado en su casa y no concede entrevistas a ningún medio ni a ningún psiquiatra. Gracias a nuestra insistencia y al prestigio que Gamesajare tiene a nivel cósmico en la Web 3.0, se prestó a concedernos una entrevista que es una auténtica exclusiva mundial y un precioso canto al humanismo más digno.
Gamesajare- Hola Isaías, muchas gracias por recibirnos ¿Qué tal estás?
Isaías Cabestro-Vaya, tirando, un poco jodido. ¡La vida es un pozo negro lleno de cristales rotos!
G.A- Sí, claro que sí. Dinos Isaías: Tú fuiste uno de los jóvenes más envidiado de España y parte de la provincia de Teruel, al ser el afortunado ganador del concurso “Pon tu careto radikal al nuevo Sonic Jam” de la revista Segamola. Poder viajar a Japón y ser la imagen de esa campaña publicitaria debió resultar muy emocionante para ti ¿Verdad?
I.C- Yo en aquella época, siendo joven e inocente estaba “mu pillao” por lo de los juegos ¿sabes? ¡Marcianitos y muñequitos! ¡Pumba, pumba! ,esas cosas, y como tenía una Megadrive y leía Segamola decidí apuntarme. ¡Maldita sea mi estampa!
G.A- Ya, ya… ¿Qué requisitos exigían en ese concurso?
I.A-Lo normal: Una foto disfrazado de Sonic, certificado de penales, firmar un descargo de responsabilidades…. (Isaías se detiene y comienza a sollozar) Con qué alegría me pinté la cara de azul con ceras, me teñí el pelo de azul y me vacié un bote de laca encima para que se me quedara todo en punta. ¡Hasta estuve haciendo ejercicios de volteretas y brincos durante semanas para meterme en el papel! Con 15 años yo era muy inocente y en aquel concurso puse toda mi alegría, no, quita eso, en realidad lo que era es tonto del culo y un ingenuo. Ahora que la universidad de la vida y la vida en un sótano de Tokio me han enseñado tanto no me volverían a engañar… Yo ya no juego ni a la primitiva, ¡y me cago en los videojuegos! Pon eso bien grande, en negrita o asín, que se enteren mis vecinos y el mundo.
El noble pueblo de La Ginebrosa donde Isaías vive atormentado por sus traumas
G.A-¡Vaya, que nihilismo tan intenso! ¿Cómo te enteraste de que habías resultado ganador?
I.S- Aquello fue muy rápido. Una tarde llamaron a la puerta de mi casa y allí había una furgoneta negra, dos japoneses trajeados muy sonrientes y un luchador de sumo. “Tú sí ganar, ganar tú, venir con nosotros por buenas o por malas”, me dijeron muy amablemente. Yo corrí a hacer las maletas tan emocionado que lloraba de la alegría, mientras mis padres en el salón gritaban, supongo que de la alegría también, mientras firmaban con sangre cientos de documentos en japonés. Cuando salí por la puerta SEGA me había adoptado y legalmente eran mis tutores, por no decir mis amos. No volví a ver a mis padres porque días después sufrieron un raro accidente cuando fueron atacados por un grupo de ninjas. ¡Ninjas! ¿Tú has visto ninjas en Teruel?
G.A- Pocos, pero alguno sí que debe haber. Pero… ¿Cómo viviste aquellos primeros momentos, el viaje, la llegada a Tokio, las sesiones fotográficas? Suena todo tan excitante y romántico.
I.S- Yo al principio estaba encantado, de Tokio no vi nada porque vivía en un sótano mugriento en las oficinas de SEGA, pero los canapés fríos de arroz con anchoa que me daban estaban muy ricos, «chunchi» que lo llaman; todos eran entonces tan simpáticos y sonrientes, yo me sentía una estrella de la canción ligera y además estaba trabajando para SEGA… ¡ufff!… ¡para la más grande en ese momento! Fui muy feliz, pensaba que me iba a comer el mundo a bocados como los «chunchis». ¡Pero qué idiota era Dios mío! Las cosas se empezaron a torcer muy pronto, al día siguiente por la tarde sin ir más lejos. ¡Sega arruinó mi vida!
G.A- Cuenta, cuenta ¿Qué paso amigo Isaías? ¡No nos tengan en vilo, te lo rogamos!
I.C- ¿Que qué paso? ¡Joder! Primero pasó lo de los piercings de la campaña, aquello fue durísimo. Me pusieron en una hora casi treinta aros en el careto, por aquello de los aritos de Sonic. Estuve una semana con antibióticos de caballo y chutes de morfina debatiéndome entre la vida y la muerte: Los aritos me dieron una reacción alérgica tan fuerte que se me puso la cara como las de los cabezudos de Cuenca. Pensaban que ni lo iba a contar e incluso creo que hablaban de organizar otro concurso y traer a un nene más resistente de otro país. Digo que creo porque siempre hablaban en japonés y yo no entendía nada, pero por los gestos algo comprendía. Cuando me sentí algo mejor, drogado hasta las cejas y aún medio delirando, me metieron en un estudio fotográfico durante varios días y otra vez de vuelta a mi camastro del sótano a recuperarme. Yo no me enteré de nada, creo que eso fue hasta mejor y todo.
G.A –Realizaron la ambiciosa campaña publicitaria pero no tuvo mucha salida ¿verdad?
I.C- ¿Salida? La campaña pasó completamente desapercibida, fue un desastre. Salió publicada en dos tebeos americanos, una revista rusa de caza y pesca y en un fanzine sobre el chotis de Badajoz, ¡y gracias!. Aquello fue una mierda ¿Se puede decir mierda en Gamesajare?
G.A- No, no se puede pero no te contengas la rabia y el dolor Isaías.
I.C- ¡Pues aquella campaña era una puta mierda pinchada en un palo, ostias ya!
G.A- Bueno Isaías tampoco te pases tampoco porque ese «puta» aquí sobra, no vaya a ser que haya niños leyendo a estas horas.
I.C- Perdona tronco, ¡es que me enciendo! Los directivos estaban rabiosos por el fracaso, me escupían y me humillaban; incluso algunos bajaban borrachos por la noche al sótano donde malvivia para pegarme e insultarme porque pensaban que todo era por mi culpa. Fueron meses muy duros, yo solo en ese sótano de Tokio rodeado de directivos agresivos, con la cara hecha aún una hamburguesa y sin hablar japonés. Aquello me hizo madurar mucho pero no me hizo mejor persona. A las pocas semanas tuve la impresión de que dudaban entre descuartizarme y tirarme a una alcantarilla o seguir adelante, apostar duro y convertirme definitivamente en un verdadero Sonic. Parece ser que decidieron lo segundo: Una tarde me llevaron atado a un quirófano en el mismo edificio y cuando me desperté me habían puesto implantes de silicona en las tetas y me habían amputado tres dedos del pie derecho ¡Así, sin más, porque sí! Ese mismo día llegó un señor bajito y cabezón, muy serio el tío, y empezó a gritar cosas en japonés, abofeteó al cirujano y me volvieron a meter al quirófano para quitarme los implantes y coserme de nuevo los dedos. Aquello era la casa de tócame, o retócame Roque. Yo me sentía un muñeco roto, literalmente.
G.A -¡Qué horror, cuánta truculencia, qué ordalia!
I.S- Estuve casi un año entrando y saliendo de ese maldito quirófano, un día me tatuaron la cara de azul, una semana me implantaron púas azules de metacrilato, también me extirparon el bazo, un testículo y un riñón… ya ni sé todo lo que me han puesto y me han quitado: La primera vez que me miré en un espejo me desmayé de la impresión ¡Me habían convertido en un monstruo!, ¡asesinos de ilusiones, canallas! Pero seguían sin saber qué hacer conmigo los muy facinerosos. SEGA ya por aquel entonces era un caballo desbocado que se precipitaba al abismo, se respiraba una atmosfera malsana de locura, formol y malditismo. El otro día vi El hundimiento y me recordó mucho, muchísimo, a aquellos terribles tiempos que pasé en los sótanos de SEGA; claro que también Volver a empezar o Marisol rumbo a Río lo hacen. Yo lo que me he quedado es muy traumatizado por todo aquello ¿sabes? Estoy bastante jodido de la cabeza por culpa de ese concurso de mierda. A veces se me va la cabeza ¿Te hago una voltereta?, ¿Te dibujo un Tails?
Isaías Carrasco en la actualidad posando para Gamesajare
G.A- No majo, muchas gracias, ya hemos dado. ¿Qué pasó después? ¿Cómo lograste volver a España?
IC- No lo sé. Una noche se oyeron por los pasillos disparos, gritos y llantos durante varias horas y a la mañana siguiente me desperté tirado en el aeropuerto de Osaka con mi pasaporte, un billete de avión para España,una gorra y una camiseta de SEGA, una bolsita con «chunchis» y extraños dolores en la zona anal que hasta el momento no había sentido. Yo aún estaba muy volao debido a la medicación tan fuerte que me daban por las complicaciones de los múltiples postoperatorios y hasta que llegué a Barajas no me di cuenta de que era libre de nuevo y que la gente comía jamón serrano, hablaba en español sobre futbol y decía muchas veces «joputa«.
G.A- ¿Fue muy dura la vuelta a España después de esos amargos años en Japón?
I.C- Para nada; después de lo que yo había sufrido me daba completamente igual que en Segamola y en Sega España se hicieran los suecos y dijeran no conocerme de nada, me daba igual haberme quedado huérfano por culpa de los malditos ninjas y sin amigos debido a mi cara, hasta me daba igual que los niños me tiraran excrementos de perro y piedras por la calle, ya todo me daba lo mismo, el nihilismo más negro a veces es una trampa liberadora. Gracias a la Seguridad Social pude, por lo menos, quitarme las púas de metacrilato aunque el resto… ¡bueno, ya ves tú cómo tengo el cuerpo! Me dijeron los médicos que soy como una bomba y que tienen miedo de que si tocan, quitan o ponen algo se me caiga toda la cara y parte de la caja torácica.
G.A-Terrible, inaudito, increible… ¿Has recibido ayuda o apoyo de alguien Isaías?
I.S –Al principio Ángel Cristo me contrató pero enseguida quebró su circo, al parecer va a ser verdad que traigo algo de mala suerte. Manu Chao también me ayudó algo hasta que se enteró que no era un inmigrante de algún país exótico del tercer mundo sino un pobre chico de La Ginebrosa que había caído en las garras del marketing más salvaje de los 90. Me echó a patadas de su villa con piscina el muy canalla, llamándome además “burgués de mierda” y “esclavo de las multinacionales”, eso me dolió mucho más que las patadas porque yo me siento una víctima. Ahora la cantante Bebé a veces me da para vino y me deja tocar las maracas en algunos de sus conciertos o salir al escenario rodando y haciendo muecas. Arte y ensayo que se llama, me parece ¡yo qué sé! Lo que más hago es mirarme al espejo y morirme de asco, ¡me odio, no me soporto, qué grima me doy!
G.A- ¡Vaya vida! Isaías, para terminar ¿quieres añadir algo más?
I.C- Sí, quiero que la gente conozca el drama de la gente de mi generación, especialmente el de los ganadores de concursos de videojuegos, y que nos ayuden como buenamente puedan porque lo hemos pasado muy mal y aún seguimos sufriendo mucho. El chaval que se apuntó al concurso “Conviértete en el nuevo Mario” de la revista Tope-Nintendo, un chico muy majo de Vigo, anda ahora frecuentando urinarios de la RENFE con su bigote y su peto rojo. Nos han dejado muy tocaos, somos muñecos rotos, sólo pedimos una oportunidad para rehacer nuestra vida y que podamos recuperar un poco de la dignidad y la ilusión que se nos robó. ¡Ah, y por favor, que eduquen a sus hijos para que no nos tiren piedras porque algunos aciertan y duelen mucho!
G.A- Muchas gracias por tu valentía Isaías, eres todo un ejemplo a no seguir y una clara inspiración para los lectores de Gamesajare.
I.C- Gracias a vosotros amigos ¡Os quiero, os quiero a todos, os quiero mucho!, ¡matadme por favor, matadme!