LOS QTE’S SON BUENOS
Me sobran botones. Me sobran muchos botones en los pads de las consolas. O me faltan dedos. Igual es un problema de calcio y no doy abasto con el tema de la comunicación «lóbulo frontal – dedos chistorra», pero si un juego me dice que tengo que apretar consecutivamente más de 3 combinaciones de estos para dar una miserable patada… mal vamos.
“Eh! Pero ahí está el reto. Esa es la gracia: poner a prueba tus habilidades.” Yo ya demuestro mis habilidades con mi depurada técnica de pintura al pringue (lo del óleo se me quedó corto) y no necesito despuntar en ninguna otra disciplina.
¿Véis?
Me van a disculpar, pero aprovecho que todavía no me han expulsado de esta santa casa para romper una lanza a favor de los QTE’s. Y lo hago por dos razones principalmente: la primera es porque exigen el mínimo esfuerzo y concentración de lo que vendría a ser yo (se puede hacer con un solo dedo) y me vienen de perlas cuando intento retomar por quincuagésima octava vez algún juego aparcado desde hace mil años y a intempestivas horas de la madrugada cuando llego justito de energías. Ya el VOLVER a aprender como se jugaba exige demasiada atención por mi parte como para que ENCIMA tenga que aplicarlo al juego (¡¿estamos locos?!). Dame botones para apretar EN SENSILLO y ponme escenas guapas ahí y soy toda tuya.
La segunda es por RESPETO. ¿Respeto a qué? Respeto a la historia. Respeto a los mayores y respeto a una gloriosa época que muchos de vosotros os pilló en pañales y que , y ya me parece una pena, jamás se volverá a repetir. Una historia que tiene su origen en Madrid , en los respectivos estudios de televisión de Telecinco y de Tve. Porque, amigos mios, todo empezó con dos ¿juegos? que aún no lo sabéis, pero os chiflan.
HUGO
Cuando Telecinco comenzaba a abandonar su (magnífica) etapa casposa un pequeño reducto de héroes capitaneado por Joaquín AGUSTÍN Bravo y Carmen Sevilla nos deleitaron durante un porrón de años con ese pseudo-programa llamado telecupón que hacía las veces de sorteo de la once y tómbola de pueblo que a mi madre tanto le gustaba. En la última época de este grandioso espectáculo incorporaron lo que sería la introducción a los videojuegos basados en QTE’s a la gran masa: el HUGO.
El juego en cuestión iba de que un enano iba corriendo por diversos lugares y la señora (porque siempre era una señora) al otro lado del teléfono tenía que, mediante la pertinente pulsación del teclado numérico de su teléfono, salvarle de mil y un peligros (mentira: 10 o 12 peligros namás. Malditos publicistas). La cosa no iría más allá de un simple juego si no fuera por una serie de cosas que lo ensalzaban a la categoría de GRANDE: para empezar la voz de Hugo chirriaba en los oídos muy mucho. Aquí Hugo (recuerden: Hugo es una franquicia extranjera) estaba doblado por Pepe Carabias. Para los que no caigan: era la voz del repelente Pepe Soplillo de «la cometa blanca» y, para los que no sean tan viejos, el «páaaaapa» de los extintos Cruz (sic) y Raya (doble sic).
Pero lo más grande del concurso eran los participantes. En su gran mayoría eran amas de casa hiperactivas que se gastaban todos sus cuartos en llamadas al 903 antes de reconvertirse al 906 y posteriormente al 609. El juego exigía una precisión de campeonato que hasta a mí se me haría dificil de alcanzar. Y la gracia era era que ya podrías ser el puto amo jugando a esto, que como tuvieras un teléfono antiguo…. mexplico:
Suponed que Hugo va corriendo por la ladera de una montaña y una roca viene rodando directamente a estamparse en sus morros. En pantalla tenemos dos opciones: pulsamos 4 para que salte a la izquierda o pulsamos 6 para que salte a la derecha. Si disponemos de un teléfono con teclado numérico con pulsación de tonos pues fácil: pulsamos, se oye un «PIIIT!» y Hugo gira que se las pela. Pero recuerden que hablamos del año de la polka, y que lo habitual era tener el único y genuino teléfono modelo góndola. ¿Que pasaba? Que en pantalla salían los números, la señora decía: «Mien! pa lisquierda!», engarzaba su uñero en el cuatro y ¡¡a darle vueltas!! Era la ostia de divertido ver como hugo yacía en el suelo aplastado mientras seguían sonando el:
» ttrrrrRRRRRRRICK! TIKI-TIKI-TIKI-TIK-TIK!!!!!»
Como siempre que algo tiene éxito la cosa degeneró: empezaron a explotar el merchandising, hicieron versiones de Playstation y de nokia, … Todo se prostituye. Pero ahí quedará por siempre en el infinito el sonido del “TTTTRRRRRRRR! TIKI-TIKI-TIKI”.
PERO OJO, que aún vamos más para atrás….
EL CAO-CAO
(Que he inentado buscar algo para ilustrar como era aquello pero solamente me salen fotos de este señor y sus medallas. Así que si Google se empeña, pues cederemos)
Este juego es más antiguo que el Hugo. Este era de cuando Jesús Hermida nos castigaba por las mañanas a los teleadictos con esos megamagazines que empezaban a las 8 de la mañana y aguantaban hasta la hora de comer. En aquella época hermid-iana tenía colaboradores de la talla de El Señor Basilio o Irma Soriano. La última mencionada era la encargada de dirigir el mejor concurso de la historia mundial de la televisión y me quedo corto: EL CAO-CAO.
El mecanismo del concurso era más simple quel copón: en una vista generada por ordenador (juraría que eso era un MSX. Imaginaos la calidad de la infografía de la época) se nos mostraba lo que se intuía era un carro de supermercado. Inmediatamente encima de él una estantería con diversos objetos que se iban desplazando a to pijo de derecha a izquierda. El objetivo era conseguir que los botes de Nutrexpa (el patrocinador) fueran a parar al carro. ¿Como se conseguía? Pues cuando el bote en cuestión estuviera en la vertical del carro gritando a pleno pulmón…. CAOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!! que en aquella época vendría a ser el equivalente al “PULSA x PARA QUE KRATOS ARRANQUE UNA CABEZA” Cuando conseguías 3 pues te llevabas algo que no recuerdo (no me forcéis que ya estoy sudando).
No me parece nada justo que en las convenciones de “retrogaming” y en los mil y un libros que tratan el origen de los videojuegos no se nombre a estos dos titanes del entretenimiento y si al maldito PONG las narices. ¿Por qué? Pues porque no. Porque me enfado.
Quien pudiera jugar al Dark Souls con un góndola…