LA VARITA MÁGICA
Durante el tiempo estival y festivo pueden ocurrir situaciones que modifican el plan habitual y diario del resto del año. Una de estas situaciones poco habituales pueden surgir cuando recibes una llamada teléfonica de tu hermano y la conversación comienza con «vamos este fin de semana, os dejamos a la niña quince días». Encantado de la vida, os esperamos con los brazos abiertos. Y entonces vienen, dejan a la sobrinita en casa y se van. ¿Cómo entretener a una personita de 4 años durante todo ese tiempo?. Bueno pues en primer lugar hay que convertirse «en uno de ellos». No le den todavía una Nintendo DS, se sobrecogerán. Hay que inventarse nuevos juegos, cuentos en los que ellos son protagonistas… y entonces pueden ocurrir bellas historias como «La Varita Mágica»… pasaremos a relatar sin mayor reparo.
La historia de la varita mágica comienza cuando tu sobrina está ya un poco cansada de hacer siempre lo mismo, los mismos juegos, los mismos cuentos contados una y otra vez (aunque les encanta que se los repitas trescientas mil veces) y de pronto en la estantería ves el mando «tipo tele» de la consola Xbox 360. Debo aclarar antes que mi consola lleva estropeada meses. Le das al botón, la enciendes y automáticamente aparecen las 3 luces rojas. Se acabó consola y hay que mandarla a reparar, bueno o tal vez…
Volviendo al relato, basado en hechos reales por si todavía no se habían dado cuenta, la niña está un poco hasta el moño de su tío. Su tío ve el mando «tipo tele» de la consola averiada y de pronto surge la idea en la mente. «Es una varita mágica, como la del cuento». Sí, debo reconocer que ese chismecito se parece a una varita mágica como un huevo a una castaña, pero cuando una persona está ante una situación desesperada no teme al fracaso. Entonces vas y le sueltas lo siguiente.
- Te voy a regalar una varita mágica
- ¿Si?, si sisisisisisi
Ok, agarras el mando y se lo das. Ella mira aquello y te dice… «tío, parece un mando de tele». Sí, ahora los niños de 4 años saben latín. Uf, hummm entonces tienes que decir algo contundente y sin dudar. «Sí, se parece a un mando de tele, pero es mágico». La cara de tu sobrina instantáneamente se ilumina. «Oh, ah, ¿sí?». Afirmativamente mueves la cabeza. Jamás has movido la cabeza hacia arriba y abajo con tanta firmeza.
Entonces lo mira de arriba abajo. Buscando la magia supongo. Ve los botones y comienza a tocarlos logicamente. En uno de esos toquiteos le toca el turno al botón de encendido de la consola. La varita todavía conserva sus pilas intactas. Así que la consola averiada responde y se abre. Las 3 luces rojas aparecen, las miras con tristeza, A su vez la cara de sorpresa de la niña es importante.
- Halaaaa!
- ¿Ves?, es mágica.
De la sorpresa pasamos a la acción. El botón de encendido/apagado y sobre todo el de apertura y cierre de la bandeja son literalmente machacados. La magia comienza a funcionar e incluso a estresarse. Media hora de estress puede pasar factura a cualquiera, incluso a una varita mágica. Pero de pronto ocurre lo inesperado y que advierto gracias al rabillo del ojo. Es una lucecita extrañamente familiar y es verde. Ahora el asunto cambia radicalmente. La cara de sorpresa es la mía. La consola está encendida y no hay ni rastro de las tres luces rojas.
- ¿Ves?, es mágica.
- Halaaaa!
Me levanto y busco el pad durante un buen rato, le quito el polvo y lo conecto. La consola responde y una porción del círculo de encendido se ilumina. Inmediatamente enchufo el monitor y cambio el modo a VGA del PC a la consola, vía su cable. La pantalla de bienvenida de la consola está ahí. No doy crédito. Me muevo por los menus y juego un ratillo. Funciona y no se cuelga. Vuelvo a encenderla y jugamos un rato a vestir un avatar o «muñequito como se llame». Bueno más bien lo que hacíamos era marearlos, ya sabéis, si los giras demasiado pierden el equilibrio, etc.
Esta es la historia basada en hechos reales, ocurrida ayer mismo. La varita mágica, y aquel ritual infantil «enciende/apaga» hicieron no se sabe como ni por qué que funcionara la consola… hasta que se vuelva a estropear claro, puede ocurrir hoy… ya no me importa. Lo importante es que en este caso, la propia experiencia de este hecho o situación mágica, deja importantes dudas sobre si lo mágico realmente existe o no. O por qué estas cosas, estos hechos, conforme fuimos haciéndonos mayores las degradamos llamándolas simplemente «casualidades».
Los niños lo llaman todavía magia.