LA «MAJIA» DE LOS CLÁSICOS
En el duelo “juegos de antes vs juegos de ahora” yo siempre me he posicionado con los juegos de ahora. Bueno, en realidad es principalmente porque el duelo está viciado. Se ponen juegos de este siglo como juegos “de antes” (¿es entonces un duelo “juegos de 2012 vs TODA LA PUTA HISTORIA DE LOS VIEOJUEGOS”?) de hecho, es un duelo qué ya existía en 2002 cuando empecé a postear de manera habitual, y ahora mismo los juegos más valorados son de esa época.
Esto, como el futbol, son ciclos. De aquella época se rajaba mucho de los chavales que empezaron esto con la PSX pero ahora mismo creo que son mayoría, y creo que en gran medida pasa porque esos chavales que en 2002 les jodía que les compararan el Baldur´s 2 o el Morrowind con el Lands of Lore ahora quieren hacer lo mismo con el Baldur´s 2 con el Mass Effect o el Skyrim.
Y es que los juegos de antes solo tienen que ser divertidos, y los de ahora necesitan mucho más . Pero vamos, que en su día el juego ya era divertido y no bastó solamente con eso…
Pero hay una razón poderosa para que esto pase, para que haya gente que se siga acordando de juegos de hace 15, 25 o 35 años. Esto pasa porque miras al pasado, a cualquier año, y te encuentras un JUEGAZO, y entonces dices, JODER, QUE BUENOS ERAN LOS JUEGOS ANTES. Y seguramente ese año el más vendido fue un clon del mario o salió el Holy Magic Century y cien tan malos como él, pero te impresiona tantísimo encontrarte un juego tan, tan bueno, después de que haya pasado tanto tiempo…
Pero ¡hey! ¿Quién piensa que el juego X de su época vaya a soportar la prueba del tiempo? (Y en esto reconozco que hay CLÁSICOS hoy en día a los que todavía se puede jugar (Nintendo World Cup 2) y “clásicos” que son incomibles pero están ahí por las rentas (Eye of Beholder).
Porque en realidad, aunque haga falta el tiempo para verlo, no es el tiempo el que mide a un clásico. Es aquello que forma el conjunto. Es un juego de cada 1000. Santiago Segura decía que una película es como un Melón. Tú lo palpas, ves que está bien, pero va pasando de mano en mano y al final tienes que abrirlo en casa a ver lo que realmente es. Un juego es parecido. Tu puedes tener una idea en la mente, pero al final hay que terminarlo y aunque llegado el momento veas que le falta algo no puedes coger y tirarlo todo por la borda, solo aprender para el próximo.
El encanto de un juego no reside en sus gráficos, pero sí en como se usan. El aspecto de Monkey Island o Super Mario Bros 3 es perfecto. Es encantador. Es, si me lo permiten, mucho mejor que las adaptaciones a la modernidad que le han hecho. No digo qué no se pueda conseguir algo precioso también con un dibujo actual, el alta resolución. Lo que digo es que la máquina no lo hace por tí, tengas gráficos EGA, VGA o FULL HD, un clásico te entra por los ojos.
También entra por el oído. De nuevo, ¿Quién no recuerda las melodías 8-bit de los 90? Tenían un encanto especial. Vuelvo a nombrar a Mario, por supuesto a Double Dragon… y de nuevo, a Monkey Island. Aunque no vamos a despreciar la música moderna, claro. Baste el ejemplo de Jeremy Soul. Hasta hacerse un bocadillo quedaría épico si ese hombre le pusiese música. No hay un gran juego sin una música reconocible. Quizás Space Invaders, pero en cuanto Pac-Man oT pusieron un pie, eso quedó allí para siempre.
Y finalmente, se juega. Y se juega bien. La jugabilidad es la parte más compleja del juego. Porque yo creo que cuando cuentas una historia, si quieres contarle a la gente lo que quería escuchar – y de eso va ser un CLÁSICO – no hay tanta variedad. En el fondo, queremos oír las mismas mierdas, sean exageradamente halagüeñas o exageradamente melodramáticas. Según mande la OST, imagino. Pero a la hora de jugar, cada hijo de vecino quiere su gameplay. Por ello, siempre habrá quejas. Pero eso da igual, porque a la hora de la verdad, si el juego es como tiene que ser, juegas. Los juegos divertidos, completos, originales, asequibles… suelen tener su premio. ¿Qué tal si vuelvo a Mario 3?. Es simple, se juega con una cruceta y dos botones, los niveles se superan rápido o incluso cantando y de salto en salto, tras estar 6 años sin jugar. Un jugador novel se hace enseguida a él y tiene un desafío. Pero tiene zonas secretas, tiene muchas opciones, trajes… pica al jugador hábil para que consiga cada vez más y más vidas… no como por ejemplo los maletines de inteligencia del CoD (si fuesen documentos, al menos servirían para LIMPIARSE CON ELLOS EL CULO) u equivalente.
Formas de divertirse hay muchas. Puede que pelear 255 veces con un escudo que me mete todos los putos estados alterados de universo no entre en la idea de “diversión”(escudo maldito FFVI) que dan Mario o Angry Birds. Pero la sensación de satisfacción enorme– e infantil- al hacerlo y desbloquear el mejor escudo del juego al conseguirlo lo compensa. De un sufrimiento innecesario, se saca un gran placer. Que parecido al sexo.
Pero claro, incluso en eso, lo importante es el TODO. Si Final Fantasy VI me pide eso, lo hago y culmino una sensación maravillosa. Si me lo pide Holy Magic Century, le estoy dando patadas al cartucho hasta que se me canse la pierna. Lo que en algunos juegos es grande, en otros es su ruina. Si coges un clásico y lo analizas fríamente, punto por punto, igual te echas a llorar. Pero si te sientas y te pones delante de él, dejas que esos puntos se junten, sale un gran juego. ¿Qué tiene que ver eso con el nivel técnico o las modas? Será que Angry Birds o profesor Layton eran el típico clon de gran presupuesto del chuter de moda.
Las buenas sensaciones no son algo racional. Nacen de la mente, juntan expectativa, predisposición, sorpresa, apelar a los instintos sin pasar por el cerebelo… lo juntan todo, de manera muy difícil de explicar, -tan difícil que nadie puede asegurar a ciencia cierta si su nueva IP conquistará los corazones de los gamers- y crean eso que los nintenderos llamaron “Majia”.
P.D. El juego de la cabecera es el Miami Vice de Spectrum.