DÍAS DE RUIDO Y FURIA: El FORO QUE ME TOCÓ VIVR
En su editorial de esta Navidad, la revista impresa británica Edge realiza un nuevo ejercicio de lucidez empleando las verdades del barquero. Esas que una mayoría de medios, profesionales y lectores dan por sobreentendidas, pero que más a menudo de lo deseable dejan reposar aletargadas hasta caer en el olvido. En un ejemplar cuya portada y contraportada dominan PlayStation 3 y Wii respectivamente, el editor contempla maravillado la llegada de una nueva generación de consolas; el nacimiento de un nuevo ciclo de vida para los videojuegos; el aterrizaje de multitud de promesas en las que volvemos a confiarnos esta Next-Gen pese a las decepciones de otras épocas.
Es tiempo de regocijo y alegría, expectación y emoción por partes iguales. Y de elecciones, pero no políticas (menos mal). Porque algo tan manido como la objetividad, de lo que habla la gente sin tener ni puta idea de que se trata de un camino a recorrer en busca de un ideal imposible para el ser humano inteligente, no existe. Nada que esté condicionado por el pensamiento lo es, porque si no estaríamos hablando de máquinas cuyo razonamiento sólo sería posible mediante un algoritmo artificial. Así pues, quien diga que está metido en este mundillo pero le dan exactamente igual unos sistemas que otros, miente. Si no se da cuenta es un ingenuo, si lo sabe un cabrón, y quienes piensen que la objetividad es algo tangible y demostrable son unos cretinos.
Lo siento, no puede ser. Por la sencilla razón de que cada consola, cada equipo responde a una escuela de pensamiento, a unas líneas maestras que definen el futuro del software lúdico en un sentido u otro, más allá de que “nos interesen más los juegos de esta consola”, lo que representa una preciosa simplificación de los hechos perfectamente válida para ese 90% de usuarios casuales, pero no para quienes venimos a Internet a leer sobre esto cotidianamente.
Así que sí, todos los que trabajamos en los medios de videojuegos (algo que yo he hecho desde 1.998, e incluso he vivido profesionalmente durante años sólo de esto) tenemos nuestras tendencias, exactamente igual que tú. Sólo que, unos más y otros menos, también tenemos nuestra ética y somos capaces de publicar artículos y noticias sin responder a la política fanboy-troll-flamer que desde hace tiempo invade los foros de todo el mundo diciendo gilipolleces a diario, provocando y repitiéndose más que el ajo con un único propósito digno del neandertal: lo mío es lo mejor, lo tuyo es una puta mierda que no vale ni para pinchar en un palo y la razón es que lo digo yo, que sé mucho de esto, y te lo digo a ti que no tienes ni pajolera idea. Y se emplean miles de variantes para expresar estas palabras, pero el fondo siempre es el mismo.
¿Cómo se suele denominar, etiquetar o englobar a esta gente? En el capítulo funesto de los “fanboys”, esa panda de pirados cuya comunicación estriba en vomitar, mearse y cagarse encima, que no salen del “owned” porque no saben y que además se creen en posesión de la verdad, por lo que no dudan en armarse de piedras y arrojarlas a la menor ocasión a sus “enemigos”. Son extremadamente cobardes, no sabrían dar la cara por sí mismos, jamás se presentan solos cara a cara y, finalmente, son unos inmaduros repelentes del copón de tendencias violentas (supongo que intentando mitigar sus frustraciones personales) desde el anonimato a quienes les encanta defender sus razones en base a opiniones sesgadas y tendencias de una aborregada mayoría que no sabe ni dónde tiene la polla.
¿Y a qué nos recuerda todo este saco de mierda? Sí, dilo… eso es, a los hinchas del fútbol, esos fanáticos que se dan de hostias en los campos argentinos y cada día más en los españoles (y del resto del planeta), que si no se meten en una banda de ultras descerebrados se limitan a leerse su periódico deportivo habitual (Marca, Sport y demás porquería indigna de papel del water) y a repetir lo que han dicho esos “líderes de opinión con los que comulgan las masas” sobre si mi equipo es la leche y el tuyo un chiste, mi estrella es rutilante y la tuya está empozada o te vas a joder porque en el próximo derby os vamos a meter una manita.
Charlas que no recuerdo ni en el patio del colegio cuando era niño, cuando la rivalidad era infinitamente más sana e interesante. Diatribas que nada tienen que ver con los infinitos piques de los 8 bits, cuando mi Spectrum era mejor que tu Commodore 64 pero reconozco que en cuanto pueda me compro uno porque no puedo vivir sin las músicas de Rob Hubbard y Martin Galway ni esos sprites cuadrados en los que no se mezclan los colores. Lo que no significa que Cobra no sea mucho mejor en mi equipo, no nos equivoquemos chavalote.
Incluso con SNES y Mega Drive daba gusto hablar durante meses de los mismos tópicos. O con el Commodore Amiga y el Atari ST. Y luego llegaría el PC y aglutinaría una mayoría de juegos de ordenador, en oposición a las consolas que comenzaron a multiplicarse exponencialmente en todo el mundo. Y entonces que si los compatibles morirían a manos de PlayStation o si GameCube estaba condenada a no contar con todos los pluses positivos de un ordenata pero jamás necesitaría un jodido parche ni una configuración de drivers toca-huevos.
Y esto ha sido así y así debería ser en el futuro, porque yo siempre preferí mi PC a una GameCube, siempre opté por Spectrum a Amstrad, siempre me quedé con mi NES antes que con Sega Master System y desde hace años me dirijo a las estaciones a las que apunta el tren de PlayStation 3 en contrapartida a los refritos casuales de bajo riesgo y menor vida que representa esa apuesta a corto plazo llamada Wii. Decirlo no me convierte en “fanboy”, sino en alguien que detesta la hipocresía y que no teme tomar partido públicamente. ¿O es mejor esconderse de la opinión pública (por insensata que sea) en aras de una objetividad ficticia? A partir de ahí los gilipollas de turno (a los que uno nunca perdió el tiempo dirigiéndose personalmente) orquestarán una campaña de desprestigio tan torpe como eficaz que, créanlo o no, funciona. Cómo no iba a serlo, si vivimos en una realidad política donde el que no corre vuela y los truhanes meapilas son quienes se llevan el gato al agua, engañando a la población por millones antes de cada sufragio con una cara que podría emplearse como chaleco antibalas. Sus valores, sin embargo, están en peligro de extinción si es que queda algo que salvar.
Me ha entristecido tener que vivir esta realidad en mis propias carnes en 2006. No hace ni dos o tres años podía compatibilizar perfectamente mis comentarios como usuario en un foro con mi trabajo (generoso, altruista y sin ningún premio más que mi satisfacción personal) en un medio online. Hoy ya no, porque no seré yo quien se convierta en azote de semejantes capullos, ya que por suerte hago esto porque me gusta, no porque lo necesite ni para agarrarme cabreos. Mi trabajo profesional nada tiene que ver, afortunadamente me va muy bien y por quienes realmente lo siento es por las nuevas generaciones de jugadores que están naciendo o iniciándose ahora, o incluso quienes ya llevan unos años. Porque si la “fauna”, tan feroz como retrógrada, de la que estoy hablando es lo que le vamos a dejar en los puntos de encuentro para opinión de quienes nos gustan los videojuegos, menuda herencia más patética.
Primero fue el fútbol y ahora en lugar de aprender la lección la trasladamos a los videojuegos. En primera persona del plural, porque no dudo en proclamarme tan culpable como el que más de los hechos. Mi participación activa en lo que va de siglo en distintas revistas habrá tenido algo, bastante o mucho que ver, y como soy de los que abraza la polémica y gusta de caldear el ambiente (exactamente igual que hace 20 años, cuando no se dudaba de la buena fe de las personas y se presuponía la inteligencia de tus contertulios), finalmente he co-participado en crear un Frankenstein que ha quedado fuera de todo control, es peligroso y está ahí fuera. Sí, a tu lado en el foro más cercano.
Y como sé que algunos ya esperan con la guadaña preparada para soltar el sarcasmo de turno sobre cómo he evitado toda mención a otro aparato que está a la venta por ahí, no me despediré sin dejar claro que si me solicitan unas palabras ofreciéndome la libertad que Frankie ya se ha encargado de coartarme, hablaré sólo de lo que me parezca pertinente. Y una consola que en el mismo tiempo en que su dudosa predecesora vendió 9 millones ahora sólo ha llegado a 6, y eso sin competencia tecnológica, a mí me interesa tanto como la literatura (?) de Tom Clancy. O sea, nada.
Gracias a Games Ajare por el honor de solicitarme un artículo de opinión que con su permiso publicaré también en mi Blog, ya que mis palabras responden al ámbito más personal y no representan a nada ni nadie más; a Edge, por ser una fuente de inspiración visionaria que parece inagotable; y sin duda a ti, estimado lector, por haber leído este texto, aunque te haya puesto de mala leche o te hayas sentido ofendido. Tan sólo recuerda que esto es un pasatiempo, nadie ha mentado a tu familia y que te pido perdón por todo aquello en lo que me haya equivocado. Para mí es sólo una manera de abrir la espita y dejar salir la bilis que permití que me provocaran los “fanboys”. Ahora que con su pan se la coman, que yo ya no más.
A ser felices gañanes, y feliz Navidad.
– Antonio Guerra (A37927)
Pues como la gracia chistosa no se encuentra entre mis cuasi infinitos dones, no hare chiste.
Tardo en responder, por que hoy he descubierto esta web y en leer este articulo.
Me ha parecido de 10, por que yo soy de la misma época en la que, a pesar de que yo tenia un Amstrad y creia que los Spectrum apestaban, estaba deseando que mi amigo Fran me invitara a su casa a hechar unas partidas en su Spectrum.
En fin, que aunque tarde, has aprendido que la bilis es para hacer la dijestión, no para que se te suba a la boca, mejor dejarla donde toca, y disfrutar de todo lo disfrutable.
Por cierto, un enlace a tu blog? Por que si es todo el igual que el articulo aqui escrito, puede ser de lo mas interesante…