EN DEFENSA DE LOS VIDEOJUEGOS
Hace tiempo que siento la necesidad de escribir este artículo. Me echa para atrás el saber que la gente va a tomarlo por una exagerada exaltación del juego. Pero precisamente el pensar que incluso aquí, en Gamesajare, la gente va a pensar eso, me hace plantearme la necesidad de escribirlo. Si el mayor fanatismo que puede despertar un juego es “Hey, que no son tan malos”, una de dos, o son el demonio (los nintendos, los nintendos) o necesitan muchísima ayuda.
Durante mucho tiempo, lo único que pensaba de los juegos es que las acusaciones que reciben son falacias. Que no eran ni buenos ni malos. Ni siquiera puedo decir que “aporten cultura” porque solo unos poc…que cojones. Ninguno, señores. Ninguno se molesta en salir del más absoluto simplismo.
Por eso, voy a empezar por eso. Por exponer dos pegas a esas dos grandes teorías qué afectan a los juegos: que crean adicción, y que no desarrollan la imaginación.
A) LOS VIDEOJUEGOS CREAN ADICCION. Alguien tiene que explicarme que cojones significa adicción, porque según Rubalcaba, si te tiras 8 seguidas haciendo algo no es un problema, a no ser que funcione con electricidad. Igual por eso lo del paro, para que no nos enganchemos al trabajo. Si por dependencia de algo y por el uso abusivo entendemos lo mismo, entonces la palabra “adicción” es uno de los más admirables eximidores de culpa jamás inventados.
Entiendo que hay gente que ha dejado su trabajo para jugar al WoW, pero hay gente que rechaza otro para seguir yendo con sus colegas al banco a comer pipas. Yo mismo llegué una vez tarde a trabajar por apurar para leer juego de tronos. Eso fue una irresponsabilidad mía, no consecuencia del libro. Aquí todos habremos jugado ocho horas seguidas o pasado temporadas de puro vicio igual que nos habremos ido a dormir a las cinco de la mañana (de manera muy irresponsable, sobre todo los que trabajaban con armas de fuego, como uno que yo me sé) por terminar un libro. A la mayoría de niños “adictos a los juegos” cuando se los quitan se pillan una rabieta de cojones. Pero eso no es por dependencia. Es porque les han quitado el juego, y se queda en eso.
Los libros se ofertan con todo descaro con frases como “no podrás parar de leer hasta que lo termines”. Si te pasa con un juego, es una enfermedad.Dentro de esto, y aunque no tenga que ver con juegos, también se asusta mucho la gente cuando alguien “deja el mundo real para meterse en uno virtual”. ¿Qué mundo real ha dejado? Yo conozco un caso real de un chaval que dejó de ver a un expresidiario seis años mayor que él (dicho chaval acabó un par de veces en comisaria por vandalismo) para chatear en red con un universitario catalán. Volvió a recuperar el nivel en el instituto, y todo. Sin embargo, su madre estaba más preocupada por el mecho hecho de que chateaba. Y yo me pregunto… ¿A ese nivel de gilipollismo vamos a llegar?
Si es que lo sé. Dentro de 100 años, nadie se sentirá culpable por quedarse hasta las 5 de la mañana en la interné, pero por usar el nuevo virtualUniversepass dos horas se sentirá un miserable. La vida cambia en algunas cosas. En otras sigue igual.
B) LOS VIDEOJUEGOS NO DESARROLLAN LA IMAGINACION. A estas alturas de la vida, a nadie le extrañará si le digo que leerle un cuento a su hijo es vital para que desarrolle la imaginación. Para que el hijo se meta en una caja y se crea el capitán de la Enterprise, tiene que saber que cojones es la Enterprise y lo que es un capitán. La imaginación tiene dos partes. En una se escucha una historia, y en otra se desarrolla una historia propia. Siendo así… ¿Cómo se puede pensar que el videojuego es el PEOR medio narrativo para dar ese paso? No hay ninguna prueba real de que los videojuegos no desarrollen la imaginación. Es solo una conjetura que se da por cierta porque “encaja”, ya que el videojuego lo hace todo por ti…
Esta teoría viene de mucho más atrás. Desde que han aparecido todos estos juguetes electrónicos, la gente se ha dedicado a meterles caña (de nuevo, resistencia al cambio). Miren, no soy muy fan de algunos de esos juguetes. En vez de comprar un parking de 30 euros con 40 coches (que es lo que el niño quiere) te gastas 60 porque el garaje tiene una pantalla digital, que es muy efectista pero que a los diez minutos ya aburre. Es un poco como comprar el Rage o el New vegas. Pero mirémoslo por este otro lado. El parking caro de la pantalla digital va a desarrollar mucho más su imaginación. Porque a los diez minutos va a tener que pasar de el e imaginarse que se ha comprado un juguete de verdad. No entiendo esto del minimalismo.
Si tu hijo juega a ser el capitán de la Enterprise en una caja de cartón, tiene más imaginación que si lo hace en una réplica exacta de la Enterprise. Es un curioso concepto sobre la imaginación, es un poco como ver a un chaval que obliga su novia a makearse para parecerse a Irina Shayk y otro que tiene una novia normal, y decimos que el primero no es un perturbado, es que tiene menos imaginación.
Es precioso ver a un niño venir con una caja de cartón y una olla y verle convertirse en R2-D2… pero eso no tiene que hacerle rechazar otras formas de juego. De hecho, rechazar todas las formas de juego menos esa tiene un nombre clarísimo: Autismo.
Hasta ahí, estoy en mi etapa “los juegos no son ni buenos ni malos”. Pero entonces leí un interesante artículo de Eduardo Punset (dos, de hecho) que me hicieron pensar de otra manera. Yo ya estaba interesado entonces por la conciencia posicional y otros procesos importantes que se hacen acerca de nuestro cerebro. Lo cierto es que hoy en día todos somos conscientes de lo que la vida sedentaria hace a nuestro cuerpo y de la necesidad de hacer ejercicio (lo hagamos o no) y aunque los procesos que llevamos a cabo al jugar a un juego nos parezcan inocuos, son importantes y mantienen a la mente en forma.
Obviamente, hay juegos y juegos. Hay juegos intensos que te hacen soltar adrenalina y obligan a tu cerebro a pensar rápido. Hay otros que requieren concentración y habilidad fina. Otros que te hacen pensar y razonar, incluso algunos que te permiten tomar decisiones importantes o ponerte en el rol de otras personas. “Vivir otras vidas”, como dice Reverte, pero que no es algo exclusivo de un libro.
Luego hay otros que son una pérdida total y absoluta de tiempo, claro, como Torque Quest.
Minimizamos la importancia de esto al igual que minimizamos la importancia del juego en los niños. Es un tema importante para mí el ver como a los niños se les dice “Hijo, eso es una chorrada. Lo primero es el estudio” pero les falta la segunda parte “Conviértete en un licenciado sin iniciativa ni creatividad más condenado al paro, que hay pocos”. ¿De qué me sirve haberme esforzado duramente toda la vida si me falta el otro 50% (seguramente más) del desarrollo personal? Pues para trabajar 12 horas y no preguntar demasiado. Sí, soy cruel y exagero, la mayoría de la gente no tiene un desarrollo tan…”así” (aunque a sus padres les habría gustado, seguramente). Pero en el fondo está ese deje de que jugar es perder el tiempo, que en parte es lo que denigra el videojuego. Al fin y al cabo, ¿no es el ajedrez una cosa respetable? ¿Y no lo “elevan” a deporte para ello? Como al fin y al cabo el deporte también está un escalón por debajo de otras cosas, al final ya lo meterán en una nueva categoría: “flocklore cultural” o alguna mierda así.
Jugar no es perder el tiempo. Perder el tiempo es sacarse una Filología.
Hablando más en serio, casi todos los estudios decentes que se han hecho (por no decir reales) han caído muy positivamente del lado de los juegos. Eso no significa que sean algo indispensable para la vida ni nada parecido. Pero sí que es algo positivo y que debería estar ahí. ¿O veríamos extraño que los niños que no viesen televisión o no leyesen libros tuviesen deficiencias culturales y/o sociales?
Pero bueno, como tengo fama (merecida) de neutral y no todo el monte es orégano sí que voy a decir algo de los juegos. Muchas veces se le acusa de ser especialmente violentos. Para aceptar eso había que aceptar la violencia que había (la de matar todo lo que encuentras como una violencia “real”) como una violencia válida. No lo es en absoluto. O al menos, no lo era antes. A lo sumo, uno podía admitir que ciertos juegos, como Medal of Honor o Call of Duty podían darle a un chaval muchas ganas de alistarse, pero no realmente de dispararle a nadie (o no más de las que antes tuviera). Pero últimamente sí que empieza a haber juegos que son pura violencia por violencia y además que esa violencia va más allá del punto en que superas el nivel, sino que pasa al argumento, a los videos, incluso a los objetivos (ese nivel del Saints Row disparando a cajeras inocentes para inculpar a otros bandarras) y bueno, yo nunca he defendido la censura y aquí todos somos mayorcitos, y de hecho yo juego a estos juegos porque los entiendo como tales. Pero identificarme con ellos, cero y menos si se puede, y ahora mismo me vienen a la mente God of War y su simpático antihéroe (llamémosle jodido psicópata) y esa vergonzosa apología pro-pandillera sociópata que es Saints Row. ¿Divertido juego? Sí. ¿Aplaudiría si en el final del tres muriesen todos entre terribles sufrimientos? Me compraría paquetes de palomitas para verlo una y otra vez.
En fin. El caso es ese. Supongo que ahora vendrán los “no estoy de acuerdo” e imagino que la mayoría vendrán por lo que antes he dicho. ¿Cuánta importancia le damos a un juego? Pero la verdadera pregunta es ¿Cuánta le tendríamos que dar?
No menosprecien su tiempo de ocio, o de reflexión, o sus relaciones sociales. No menosprecien la manera en que la tecnología puede ayudarles a mejorar todo eso. Somos lo que pensamos y a veces ni eso y muchas cosas que tendemos a menospreciar cuando la miseria nos rodea (la música, el deporte, la literatura, los videojuegos) son a la vez lo que necesitamos para desarrollarnos, para aprender, o para desaprender. La miseria forma parte de la vida desde que esta surgió hace millones de años, y no pretende cambiar. Lo anteriormente nombrado es lo único que tenemos para situarnos sobre ella.
P.D. El que se ponga lo de la miseria de firma, que sepa que es un gafapasta de mierda.