En las últimas semanas parece que entre los corrillos del sector de los videojuegos no se puede hablar de otra cosa que no sea el ya manoseado GamerGate. Toda mujer, hombre, planta, animal u objeto inanimado ha expresado su opinión sobre el tema: se han escrito artículos, grabado vídeos, realizado sesiones de fotos… todo con el fin de intentar debatir con mayor o menor fortuna sobre una lacra que, por desgracia, afecta en mayor o menor medida a todos los sectores de nuestra sociedad.
Este artículo NO habla sobre ello. A diferencia de otras grandes mentes que han escrito sobre este tema, no me considero con autoridad moral e intelectual suficiente como para que mi opinión deba ser tenida en cuenta (más que la de cualquier otra persona).
Lo que sí he llegado a notar es que, curiosamente, en la mayoría de debates abiertos sobre esta temática uno de los “argumentos” más utilizados para desmontar la teoría del contrario es tacharlo de poser.
El término poser tiene dos posibles acepciones, pero nos centraremos por ahora en la primera:
Poser
- Persona que presume de unos privilegios que no tiene o pretende ser quién no es.
Esto me daba que pensar ¿Una persona que no hace más que hablar de videojuegos todo el día de quépresume exactamente?¿Se puede pretender ser un fan de los cómics de superhéroes o del manga?¿Puedes fingir tener una aficción que realmente no tienes?
Y la más importante: ¿Desde cuando un solo hobby te define como persona?
Dudo mucho que veáis a alguien que en su perfil de Twitter ponga “Me gusta coleccionar sellos” y su cuenta de Instagram esté llena de sus últimas adquisiciones. Pero parece que jugar a videojuegos, leer cómics o saberte toda la línea temporal de Star Wars es más valioso. Es como si, al parecer, ser friki se hubiera puesto de moda.
Si bien no creo que eso haya ocurrido, durante los últimos años he notado que artes como el cómic o los videojuegos llegaban a equipararse en popularidad al cine o la televisión.
Esto ha traído consigo un nuevo público interesado en el manga, los superhéroes, las historias de zombies, de extraterrestres con acento inglés que viajan por el tiempo y el espacio… En otras palabras, productos culturales de consumo que hasta entonces se consideraban de aspecto marginal pasaban a tener un público bastante más alto.
Porque hasta mi madre, que acaba de cumplir 56 años, sabe qué diantres es un Pokémon. Incluso conoce a uno que es una rata amarilla y se llama Pikachu (puede que diga antes “Pipancho” o algo así). Pero en 1999 (año que salió el primer título en España) muy pocos sabían qué era un Pokémon, cuál de ellos era Pikachu e incluso ni se sabía de qué color era (al menos hasta que vimos un par de dibujos en el que descubrimos que era amarillo)