Que un juego sea bueno, malo, regular o un 8,9, no tiene ninguna importancia si empezamos a considerar todo el bosque y no un mero conjunto de árboles. Es la industria la que debe importarnos si es buena o mala o regular. Criticar un juego, aunque sea español, no debería asustar a nadie, si es malo, es malo y punto, pero hay que celebrar que exista, porque eso indica que hay algo detrás, unas empresas que conforman una industria que, a la larga, es lo que nos interesa que exista, porque si no hay industria no puede haber juegos, ni buenos, ni malos, ni regulares.
Otra cosa es cómo se crean las empresas en este país. O bien subvencionadas o bien montadas en torno a la idea del pelotazo, no hay término medio, por lo que una mala crítica de un juego podría llegar a suponer una bajada de ventas y un cierre del chiringuito, ya que no estaba pensado para nada más a medio o largo plazo.
En resumen: siempre será mejor tener una mala industria que ninguna.
Y creo que esta queja respecto a la necesidad de tener una industria del videojuego en España, un conjunto de empresas, personas, canales de comunicación y relaciones que conformen una base lo suficientemente sólida como para que desarrollar y crear deje de ser sólo la aventura de unos pocos Quijotes y podamos darle la dignidad que se merece al trabajo de todos los profesionales, es el denominador común en todas las entrevistas del muy necesario documental “Detrás del juego”. Ideado y ejecutado por Marina Amores @blissy y Xabier Pou @Xpoug es, al igual que todos los títulos en desarrollo enseñados en la ochenta minutos de duración del documental, una creación surgida de la ilusión, el esfuerzo, el desempeño y, sobretodo, la creencia de que nada ha de ser imposible. La inversión dedicada a un proyecto semejante se traduce en incontables horas sacadas del tiempo libre, dinero propio y de familiares y amigos, más múltiples preocupaciones para acabar creando una producción fuera del circuito de los grandes que les muestra las vergüenzas una vez más a todos los que sí viven de esto, en especial a los grandes medios, que ni se atreven a hacer algo así ni son capaces de darle publicidad. Una vez más, los outsiders hacen el trabajo necesario.
La extensa nómina de estudios y desarrolladores que aparecen en el documental es todo un quién es quién del panorama del videojuego en España y sólo por eso ya merecería la pena, pero encima, han conseguido que las participaciones siempre sumen. Es bastante complicado en un documental mantener todo el rato un buen ritmo y enlazar los puntos tratados, pero en este caso podemos decir que cumplen con nota. Es seguro que mejorarán ciertos aspectos que quedan por pulir en cuanto a maquetación y temas técnicos, pero son cosas menores comparadas con el CORE del documental, que es muy bueno.
Bravo.