Como sabeis en estos momentos se está desarrollando la 2ª edición de la Ajare Catacrockers Cup. Torneo de Blood Bowl propuesto por Bravecoast que para mi sorpresa no solo logró terminarse, sino iniciar una segunda vuelta con mayor número de jugadores que la primera. Aunque a puntito estuve de desisitir de participar en esta edición. No porque no me guste el juego, todo lo contrario, sino porque los momentos previos a un partido lo paso mal, muy mal. Fatal.
Sensación de vértigo en el estómago, ligeros temblores, pulso acelerado, adrenalina a tope. Si tuviera que compararlo con algo sería con lo que sentía justo antes de entrar a un examen, o a una entrevista de trabajo, o el momento en el que firmas la hipoteca. Sabes que te la estás jugando. Es una emoción que muy pocos juegos consiguen porque son escasos los títulos en los que se puede PERDER. Así, con mayúsculas.
Actualmente estoy jugando al Uncharted 2, y aunque tiene escenas jugables (importante) espectaculares no puede transmitir la sensación de la que hablo, porque sabes que basta cargar la partida e intentarlo de nuevo. Esto es extrapolable a la mayoría de juegos, tanto actuales, como anteriores, pero no es un defecto ya que no es algo que pretendan y deban conseguir todos los títulos habidos y por haber. Eso sería como querer que todas las películas sean de miedo. Asi pues esta sensación esta circunscrita a juegos muy concretos, siendo mayoritariamente, aunque no en exclusiva, los multijugador.
Porque si, muchas veces hemos rajado sobre el MAL que son los juegos multi, y la cantidad de subnormales que podemos encontrar en ellos, pero lo cierto es que sólo en ellos existe la posibilidad de una derrota real, una que nos importe y nos duela, en la que pongamos todo nuestra capacidad por evitarla.
Hay otros juegos singleplayer que por un momento pueden lograr algo parecido, estoy pensando en Dark Souls, Faster Than Light o X-Com jugado en modo Ironman etc… es decir, todos aquellos en los que perder tiene consecuencias. Lo que pasa es que dichas consecuencias suelen acabar limitadas a una perdida menor o mayor de tiempo, y a una repetición, que si el juego está bien diseñado, como los citados, será aceptada con agrado como una parte más del desafío. Pero no va mas allá. Y es que el componente social es clave. No es lo mismo perder una partida de ajedrez contra una máquina que contra un desconocido o contra un amigo. La cercanía nos duele. Que extraña mezcla de sensaciones tiene que ser para un padre verse vencido por su hijo.
Siempre hay excepciones. A Kasparov no le sentó nada bien su derrota frente a Deep Blue. Un ordenador impresionante que seguro no le llega a la suela de los zapatos a los Smartphones actuales. Aún hoy afirma que detrás de él había una persona.
Todo esto como digo es lo que me transmite Blood Bowl, incluso acrecentado porque a la faceta táctica del partido se le une la estrategia a largo plazo de la gestión del equipo. Esto no es como el torneo de Frozen Synapse, otro que me ponía de los nervios, en los que cada partida era un mundo aparte. En Blood Bowl las muertes, las lesiones y las malas decisiones se arrastran durante un largo y penoso camino que solo termina con la disolución del equipo. Eru Ilúvatar no concedió la vida eterna a los primeros nacidos como para que la desperdiciaran en este terrible deporte. No es juego para Elfos.
La primera vez que tuve esta sensación fue durante un campeonato en mi antigua academia de informática, con eliminatorias basadas en diferentes juegos: PC Basket, Wacky Wheels, Doom 2 y un juego sorpresa. El premio era una Sound Blaster 16 y un Cd-Rom.Yo me sabia ganador pues era bastante superior a todos .Pero durante la partida de Doom, en la que las reglas decían que no se podía cambiar de nivel, pulsé un botón que parecía que fuera a abrir una puerta, pero era la salida de la fase. Hubo una agria polémica, algunos berrinches (en mi descargo tengo que decir que tendría 14 años) y la decisión fue que se repetiría la partida, pero en otra fase y con 10 frags de desventaja para mi. Diferencia que tenia que superar en un tiempo limitado. No lo conseguí. El juego sorpresa fue el Hexen. Estuve rumiando esa derrota mucho, mucho tiempo.
Wacky Wheels, el Mario Kart del PC. Mario Kart es cosa seria, sinónimo de competición fraticida. Seguro que está entre los primeros en el resultado del GOTY de 1992 de Fase Bonus
La siguiente vez que experimenté algo parecido fue durante los primeros meses en los que internet llegó a mi casa a través de un modem de 56Kb, con tarifa plana de 18:00 a 8:00. Los momentos previos a conectar eran de autentico infarto para mi. Pues lo que me esperaba era el Counter-Strike. Primer juego multijugador que penalizaba la muerte in-game de forma verdaderamente cruel. Quedarte sin jugar viendo como algún camper hijoputa se tiraba 5 minutos escondido en una esquina. Que satisfacción cuando a la siguiente le pillabas en esa misma esquina y sabías que durante lo que durara la ronda no iba a darte mas por culo.
Otro que también me trajo por la calle de la amargura fue Starcraft, especialmente en la partida 1 vs 1 que me hicieron como prueba para entrar al clan CC de MSN Confederacion, server pirata donde jugaba (Socrant, Rhaksodius, ¿Estaís ahí?). De todos modos con éste juego la sensación estaba bastante mitigada, pues por un lado jugábamos 2 Vs 2, con lo que la responsabilidad en caso de derrota siempre queda algo diluida y por otra eramos pocos y nos conocíamos bien. Sabíamos que a muchas parejas iba a resultar imposible vencerlas.
Esa es otra clave para que un juego logre transmitir esa emoción: el resultado incierto. Si la victoria o la derrota son seguras la sensación se esfuma. Es por ello que durante un partido de Blood Bowl solo estoy tranquilo cuando el resultado ya está decidido, sea en un sentido o en otro. Por ello no entiendo a toda esa gente que se pilla unos berrinches de escándalo por perder. Es como si creyeran que tienen derecho a la victoria, y mucho me temo que efectivamente esa es su mentalidad. Pero lo peor es que si así es como se comportan en los juegos imaginaos como serán en la vida real. Aunque que reconozco que el anonimato envalentona a muchos gallos que de frente no son mas que pollitos. Recientemente hemos presenciado un lamentable ejemplo de libro de como reacciona una persona que no puede aceptar la derrota y su única vía de escape es echar la culpa al mundo y lanzar insultos a los cuatro vientos. Bochornoso.
Así que bienvenidos los juegos que nos enseñan a perder, y a gestionar el estress que esa posibilidad genera, porque en la vida real perder es lo normal. Puede que no estés perdiendo justo ahora, pero seguramente hay algún aspecto de tu vida, o quizás la mayoría, en el que estás donde estás porque has perdido en algún momento y lo que te toca ahora es la casilla de consolación. Si no es así o es que eres un conformista, alguien que ha preferido no jugar por no perder (ojo, que a veces es la decisión correcta), o porque te lo han dado todo hecho, y en ese caso cuidado porque la vida te da sorpresas, y no estás preparado.