ANALIS-DIS FALLOUT TACTICS: BROTHERHOOD OF STEEL
Cuando vivía en la ciudad de Hamelín, los domingos tenía la sana costumbre de espantar las insanas resacas, de licores poco mediterráneos, con el siguiente plan, siempre sujeto a mi maltrecho presupuesto, claro. En un día de cierta holgura económica:
Amanecía por segunda vez, la mayor parte de las veces, desgraciadamente, en mi cama. Volaba a la calle donde compraba 1 L de tónica, un par de kebabs deliciosos, y enormes, de la tienda de un matrimonio turco que me tenían mucha simpatía aunque estaban convencidos de que era italiano, compraba fumables, la prensa patria y me acercaba a un videoclub tan enorme como cutre en el que alquilaban, y también vendían de segunda mano, películas y videojuegos a precios de economía greco-española actual.
Siempre había algo interesante por 2-3€ para pasar la tarde. Aunque les dejo a su entender lo que yo puedo considerar interesante. Así que en un domingo de lujo asiatico, por unos 10-12€ me nutría y cultivaba intelectualmente como un ecce homo. ¡Alegría!
¿Por qué les cuento esto que ni siquiera me interesa a mi mismo? ¡Lo que tienen que tragar! ¿Eh?
Por lo siguiente: Esas tardes eran por lo general muy agradables, y eran las únicas horas de la semana en que podía estar tranquilo y no de picos pardos y canallismo de high standing por motivos laborales. Una de esas pautas que empiezas a hacer inconscientemente y poco a poco se convierte en un placentero “ritual” o una costumbre.
Pues bien, ese pequeño refugio, ese pausado y protector tiempo personal ¡Ardió por los cuatro costados dejando ruina, ceniza y el coro de los niños de San Idelfonso gritando “Mamá, papá tengo mucho miedo docemilcuatrocientoscincuentaiseíscientoveintemilpesetas”!
Parece que fue ayer ¡cómo pasa el tiempo! #ranciofact , pero no se me borrará jamás de la memoria: Ahí estaba yo, después de una noche bastante canalla y surrealista, eroticofestivamente hablando, esas noches que no se cuentan nunca si son caballeros o Mr de colores; dale que te pego, ahí estaba a las 16.35h mirando carátulas con mis viandas ya preparadas en una bolsita de tela, tela marinera, cuando se me cruzó, atentos, el….
No lo van a adivinar….
-¡El Fallout: Brotherhood of Steel para PS2 por dos euros! ¡Arrea Nicanora!
Primera noticia que tenía en aquella época prediluviana de que había un Fallout para PS2; sorpresa, ilusión y un pensamiento que les puedo citar palabra por palabra porque, maldita sea mi estampa, no lo olvidaré jamás:
“Es un Fallout, no puede ser malo”
Después de unas horas estaba llorando y comprando cerveza para paliar el disgusto. Aún lo conservo, y el día que quiera morir dolorosamente o torturar a alguien lo volveré a jugar, con lágrimas en los ojos y los genitales tan encogidos que el glande se convierte en clítoris, el prepucio en pucio, y el ONVRE en un hombre más. Esa tarde tuve una de las peores resacas de mi miserable vida, y no les miento si estuve pensando varios días sobre el por qué de tanto despropósito.
Y les cuento, secretitos secretitos, todo esto por otros motivos. Al ser persona dispersa y bastante pánica, el tener un programa o unas estructuras determinadas casan muy mal conmigo. Aunque eso no quiere decir que a veces me arrime a ellas, por vicio, por ver cómo se vive en la otra acera y frotarme contra todas las esquinas del vivir.
Un verano, por ejemplo, me dije: ¡Me voy a leer todo Chandler!
Y me lo leí, y se lo recomiendo, especialmente “El largo adiós” (The long goodbye) que es tremenda novela.
Pues, bien, hace poco me dije: ¡Este verano me voy a tragar todo lo Fallout!
Así, a lo tonto y a lo bobo que algunos ingenuos llaman inspiración; y en eso estoy y eso he venido a contarles.
Les confesaba lo del despropósito del Fallout: Brotherhood of Steel, porque no lo pienso tocar ni con un palo, quiero pensar que aún soy joven y que la parca me visitará cuando nos compren los derechos y Hollywood haga la gran película sobre Gamesajer.
Sin embargo, y sin un orden ni concierto de Aranjuez determinado, he empezado mi semi-caótico plan con uno de los títulos que hacía más tiempo que no jugaba:
Fallout Tactics: Brotherhood of Steel.
Este juego es muy peculiar, primero fue la última gota, el último empujón, el error de no retorno que se llevó a la tumba a la desarrolladora Interplay (y con el debacle a su histórica filial Black Isle, que no tenían nada que ver con este juego)
Segundo por los llamamientos de la casa a los fans de Fallout, recomendándoles en sano compadreo que compraran este videojuego, que después, con las ganancias contadas iban a sacar el «Fallout: Que se caga la perra de bueno». Como Bankia, hasta con los escudos romanos.
El resultado fue que los más puristas, y con mucha razón, renegaron de este título. A los jugadores de rol no les interesó en absoluto el salto a la táctica y la pérdida del cogollo rolero y literario, y los aficionados a la estrategia no hicieron demasiado caso a un título más del género, sin muchas sombras pero sin grandes luces ni novedades. El catacroker fue de los gordos, de los Newell.
¿Qué nos ofrece Fallout Tacticst:BOS? De todo, como en botica, pero con tanto sentido como una botica de homeópata.
Como Juego ambientado en el universo Fallout tiene toda la tramoya ahí bien puesta, igual que el Fallout 3 que en ese sentido es impecable, pero ¡ay! Las licencias tomadas y el creativo popurrí narrativo que nos plantea no es que no sea fiel a los dos grandes clásicos que lo precedieron, es que es algo tróspido en que mutantes, robots y ghouls de la pradera son prostituidos de una manera infantil y sin pies ni cabeza. No les contaré nada de las incongruencias y las locuras perpetradas en ese aspecto porque no acabaría, pero estén seguros de que por algo es el bastardo de la familia (o non-canon que dicen los frikis), por si se animan a probarlo. Pero las meteduras de pata se pueden resumir en esta imagen “otro páramo es posible” con la que sus pupilas van a arder y no de gusto precisamente:
Sin embargo, como juego de estrategia por turnos (con la posibilidad de desactivarlos e ir a piñón fijo dependiendo de los action points de cada personaje) es recomendable y bastante entretenido. Veo que me costó 58 horas terminarlo, y es un juego de piñón fijo, misión tras misión, con la posibilidad de deambular por esos mundos de díos y encontrarte los famosos easter eggs de la saga y su retranca, o sufrir “encuentros” a ratos hostiles, a ratos pacíficos. Si tienen suerte y pasean por el sitio adecuado encontrarán incluso al famoso Morte de Planescape: Torment, a los cuatro jinetes del apocalipsis discutiendo sobre cambiar sus maneras o un repartidor de Nuka Cola en bicicleta que se lleva las del pulpo.
Les decía que piñón fijo de misión a base, de base a misión, con su elección del equipo a realizarla (y les recomiendo seguir con los personajes que elijan durante toda la partida), comprar perdigones de sal (así de miserable es la BOT) y poca miga más, aliñada con unos ligeros toques de rol de cara a las habilidades de cada personaje (Está el sistema SPECIAL y tiene su peso, cosa que es bastante loable) y en general mucha sangre y mucho humor negro.
Tampoco hay que olvidar la mala leche. Vale que en este tipo de juegos siempre hay que buscarle la vuelta a la situación que se nos presenta con los recursos de los que disponemos, hasta aquí todos de acuerdo; pero tener al francotirador ciego, al de las armas pesadas con una pistolita porque le han roto el brazo y no puede coger el lanzamisiles, el líder mareado, y andando pasito a pasito como Chiquito, y al escopetero tirado en el suelo durmiendo la cuchillada trapera que le han metido en el entrecejo y que ha intentado parar con los dientes… ¡No tiene precio!
Y todo porque el médico está sin botiquines por no tener dinero para comprarlos, señores y señoritas, mientras se acercan cantando y bailando la Macarena una docena de indocumentados violentos que seguro que son hasta caníbales. ¡Eso, seamos sinceros, es de lo mejor y de lo peor de este título!
Mapas gigantescos, pequeñas sorpresas según conservemos algún objeto que otro, y que no voy a revelar, poder conseguir hasta tres vehículos, aliados y nuevos reclutas, muchos cambios entre defensa y ataque y ese intenso placer de ver a X miembro del grupo ir subiendo niveles para que le vuele los sesos una mina bien posicionada, hacen de este Fallout:BOT un juego recomendable al que eche de menos lo más clásico este género (aún con algo de mestizaje) y tener que planear los movimientos siempre con mucha calma porque, que no nos engañen, en este juego todas las misiones son sádicas y suicidas.
Tengo que reconocer que lo recordaba bastante peor a cómo me lo he encontrado ahora, y además me ha sorprendido gratamente lo bien que ha envejecido, o precisamente algo similar pero completamente en otra liga: Que no ha envejecido. Tiene todo lo bueno y lo malo de este tipo de juegos, en la mediocridad se regodea; pero es en la mediocridad donde algunas veces hay que mirar para recuperar ciertos géneros que misteriosamente «pasan de moda», y cuando el mercado los recupera, poco o nada puede revolucionar sobre unas pautas que funcionan muy bien para lo que están diseñadas.
-Le gustará:
-Si le gusta la tramoya de Fallout.
-Si busca un juego de táctica locuelo, aceptable, entretenido y sobretodo largo.
-Si está esperando agitado a que saquen el nuevo X-com y las manos se le van al pan. Golosón.
-Si le sube la bilirrubina el hecho de que su astuto plan haya funcionado.
-Si este verano quiere imitar mis aventuras en los mundos digitales.
-No le gustará:
-Si le gusta el espíritu y la letra de Fallout y no quiere llorar con la historia.
-Si no le gusta este género ni las anchoas marinadas.
-Si no sabe pasar por alto algún bug y alguna trampa puesta a muy mala baba.
-Si la obsesión por especializar y equipar correctamente a cada miembro del grupo no van con Vd.
-Si tiene novia, mujer y/o amante bandid@