Una noche con cielos limpios, viento prácticamente nulo y sobrevolando terreno rocoso. Puestos a pedir buenas condiciones de vuelo, las de esta ocasión son difícilmente mejorables. Si bien es cierto que esto sólo sirve para tener contentos a los pilotos, a la máquina en la que van montados le da igual si hay niebla, llueve o luce el sol. Volando a muy baja cota y guiado mediante radar, el avión que se introduce en territorio enemigo ha sido diseñado como aeronave de combate multi-propósito para toda condición atmosférica, bimotor, con ala de geometría variable y dos asientos. Pero incluso con dos pilotos a bordo y estando casi todo el tiempo en vuelo automático, en este avión supersofisticado no hay tiempo para el descanso.
Como punta de lanza de las fuerzas aéreas de la coalición, las misiones en las que participa el avión son consideradas críticas para el desarrollo de la guerra. Algunos no están de acuerdo en atacar posiciones enemigas desde tan baja altitud y mucho menos sin haber bombardeado previamente el objetivo para destruir sus defensas, pero la RAF tiene otros planes.
El plan es impedir o retrasar el despliegue de las fuerzas enemigas para asegurar la supremacía aérea durante las operaciones terrestres y de bombardeo convencional.
El éxito de la misión depende de una planificación de vuelo extensa y detallada, las notas se revisan continuamente y el navegante y operador de armas tiene un gran trabajo consultando los puntos de ruta y vigilando el radar receptor de alarma. Una unidad AA que aparece de improviso o un interceptor enemigo en las proximidades es un riesgo que puede llevar a tomar medidas desesperadas y desde luego, no necesitan sustos de este tipo.
Sin embargo, a esa altitud, la gran mayoría de lanzaderas de misiles tierra-aire y los sistemas móviles de artillería anti-aérea serán incapaces de fijar el blanco y eso suponiendo que lleguen a detectarlo en sus radares. Quizás alguno de ellos establezca contacto visual, pero a 600 nudos de velocidad, difícilmente podrán ni siquiera abrir fuego. Los interceptores enemigos son otra cosa, pero ninguno de ellos podría volar tan bajo y tan rápido. Muchos de ellos perderán incluso su base de operaciones en cuanto la misión de esta noche toque a su fin. El objetivo final de la bomba de 1000lbs es uno de los escasos aeropuertos de la disminuida fuerza aérea enemiga.
El Tornado es uno de los mejores cazas del mundo en ataque aire-tierra, su especialización en ese tipo de misiones permite que en el simulador haya miles de objetivos posibles. Cualquier instalación enemiga es susceptible de ser atacada por este avión. Bunkers, antenas de radio, de TV, radares, aeropuertos, polvorines, ferrocarriles, puentes e incluso objetivos móviles como convoyes de camiones o tanques. No hay nada que quede fuera del alcance de un Tornado. Ciertamente, la negación de bases aéreas es la parte más completa del simulador. Los objetivos son aeropuertos, depósitos de combustible y redes de comunicaciones y/o de transporte de material militar hacia o desde los aeropuertos. Conseguir la supremacía aérea en los escenarios de batalla es un objetivo militar prioritario en la guerra moderna. Conseguir que tus pilotos y operadores canten un “picture clear” (cielos despejados de enemigos en el radar) es muy tranquilizador para los planificadores de misiones. A pesar de que el piloto automático hará muchas cosas por ti, las tareas de: planificación, el esquivar defensas AA, el seleccionar blancos con el láser, el replanificar rutas, mantenerse en buena aproximación al objetivo,etc… son suficientemente desafiantes como para no echar de menos el vuelo manual durante gran parte del juego.
La misión más divertida, por arriesgada, del simulador es la del ataque a un aeródromo enemigo mediante submunición JP233. Este tipo de bomba, en realidad es como un contenedor para múltiples bombas más pequeñas, las cuales se liberan del dispensador para caer sobre el objetivo en paracaídas, una vez tocan suelo, explotan dañando y perforando las pistas de aterrizaje.