ACERCA DE DARK SOULS: BENDITO SEA EL SOL.

Dark souls es el MAL hecho videojuego, pero no en plan «¡Menuda mierda!» si no más bien: «¡Oh Dios mío, deja de joderme la puta vida, jueguito de los cojones», el mal como concepto de lo que espiritualmente es incorrecto e insano para el alma, la flagelación como sendero hacia un nirvana que nunca llega porque siempre hay un hijodeputa a la vuelta de la esquina dispuesto a clavarte un hacha del tamaño de Benidorm por la puta espalda.

Decir que Dark Souls es difícil o que tiene una curva de dificultad empinada es, sin lugar a dudas, un eufemismo fuera de lugar. Dark Souls se mea encima de las curvas de dificultad porque probablemente no sabe ni siquiera lo que son y además no le importa. Es un luchador de sumo que se sienta en tu espalda y se pone a comer pollo frito ignorando siquiera que tú estás debajo. Es el abusón del patio de colegio que se descojona de ti cuando pides clemencia.

Curiosamente el hijo de puta siempre ofrece una vía de salida, un hálito de esperanza al jugador… un pequeño clavo al que agarrase y del que cuando estás colgado, lo pone a 100 putos grados solamente porque cree que es gracioso ver tu cara mientras te precipitas hacia el abismo.

El juego se rie del jugador obligándole a enfrentarse a lo desconocido. Si lo que has ido dejando atrás era horroroso ¿Cómo será lo que viene por delante? A fín de cuentas si la pornografía es el arte de lo explícito; Dark Souls juega con el erotismo del terror poniendo permanentemente en tu cabeza horribles imágenes sobre lo que te espera un poco más adelante si es que tienes cojones de seguir avanzando, con la salvedad de que cuando lo haces lo que encuentras es aún más horroroso de lo que imaginabas.

Si bien el juego premia esa capacidad de aventurarse hacia «teh unknown» el castigo por hacerlo en la dirección equivocada resulta practicamente insoportable dado que te hace perder todas las monedas de cambio que hayas acumulado hasta el momento, que son las que te permiten mejorar y hacer tu devenir por estos mundos de Dios, más llevaderos. Sin embargo, la cobardía en el juego se paga con aburrimiento infinito, obligando al jugador a repetir hasta la naúsea una determinada zona para tratar de conseguir las almas necesarias que te permitan mejorar tu mierdaescudo de madera tan sólo un poquito.

Aquí, con un amigo tomando algo.

En una época en la que el 90% del texto en la mayoría de los videojuegos se usa para decirle al jugador lo que tiene que hacer a continuación («Pulsa X para solicitar ayuda por radio») la obra de FROM SOFTWARE ni siquiera pretende que comprendas nada de lo que te presenta por escrito, haciendo que el uso de ciertos «objetos» resulte de nuevo una sorpresa para el jugador y obligándole como un COBARDE a visitar la puta wiki del juego, mientras éste se descojona señalándote con el dedo dando codazos a sus amigos. Un funcionario que se descojona protegido por su ventanilla porque te falta un formulario que sólo él mismo es capaz de rellenar y que se va a comprar discos a la FNAC mientras de un papel que él tiene que firmar pende el futuro de tu empresa porque sencillamente SE LA PELA lo que te pase a ti y a tus compañeros. Dark Souls es la España de la burocracia que se ríe burlonamente de todos aquelos susceptibles de perder su curro porque es algo que a ellos no les va a pasar nunca.

Porque cuando crees que tienes todo bien atado, has «cocinado» tus armas, tus escudos y tu nivel de ego lo suficiente como para intentar avanzar, el enemigo más sencillo, ese que has tenido delante desde el principio y que has matado 300 veces, te patea el culo muy fuerte dejandote en evidencia, cabreado y con ganas de tirar la puta consola por la ventana, radicando ahí una de las grandezas del título: No hay enemigo débil.

Ni siquiera cuando el juego pretende ser bello o mostrar cierto virtuosismo gráfico, te muestra unos paisajes bonitos. Hasta en eso tiene mala hostia el puñetero compensándote con un feismo buscado y encontrado, con texturas ocres, entornos débilmente iluminados y una sensación de abismo, profundidad insondable y desasosiego que no invitan en ningún momento a la esperanza puesto que From Sofware ha preferido dedicar 1.000 polígonos más a que ese enemigo sea lo suficientemente repugnante antes que a aquella bonita montaña de enfrente.

El Feismo como recompensa gráfica, pues muchas gracias, hijos de puta.

Mientras ustedes están ahí, con sus cosas… yo sigo intentando acabar Dark Souls, con espíritu de permanente derrota, la cabeza agachada con tanta rabia como resignación y no considerando un onvre a ninguno de los que no lo intentan o se buscan excusas de maricas del tipo «es que yo no tengo tiempo para…». Y prometo que el día que lo acabe y el jodido cabrón deje de sorprenderme y de jugar conmigo; haré el analis dis que este ajustadísimo engranaje del diseño de videojuegos merece.

De hecho Dark Souls es el primer título que yo recuerdo en el que el jugador es el desarrollador y nosostros somos el enemigo. Sí, como lo oyen. Aquí el que de verdad se divierte es el señor que programa toda esta ristra de putadas, trampas, enemigos imposibles, pasadizos escondidos, caminos ocultos y humillaciones de todo tipo y nosotros sólo hemos venido a sufrir y a expiar nuestras culpas por jugar mierdas como el Modern Warfare 3, a ponernos en nuestro sitio exigiéndonos lo que otros no tienen cojones de exigirnos, a recordarnos que hubo una generación de gente que se pasaba el Ghost n’ Goblins con 25 putas pesetas a, en definitiva, no tratarnos como a imbéciles y demostrar que los juegos pueden ser algo más que un mero entretenimiento bobo para tontines haciendo de esta eterna penitencia un modo de vida en el que preguntarse si es divertido o si merece la pena es una memez como un piano ya que Dark Souls es, en definitiva, LA VIDA.

Esa tarada mental de ojos preciosos que sabes que te va a joder para siempre, con sus mierdas, sus grandes momentos, sus depresiones y su puto coño castrador al que te volverás adicto a pesar de entregar a cambio tu jodida salud mental.

Ustedes mismos.