Qué bello titular. Y qué bellos son los «Speedruns» de juegos que uno ha jugado y sufrido. Es como ver a un primo tuyo pegándole una paliza al abusón del colegio. Hay algo muy bonito en acabarse un juego trescientas mil veces hasta que encuentras todas las zonas de las que rascar tiempo para bajar unas décimas siempre y cuando lo haga otro que no sea el que escribe estas líneas. Una búsqueda de la rotura del código del juego,que nos recuerda que jugar a saltarse las normas es una parte MUY importante de cualquier juego.
Encontrar las fisuras en el código de Matrix para poder follarte a la mujer de rojo fuerte y por el culo. Un acto de rebeldía llevado a cabo desde el trastorno obsesivo compulsivo. Ser pirata portando la bandera de lo asperger. Un drama de persona, un cuadro psiquiátrico de libro, licuado y comprimido en hora y treinta minutos para nuestro uso y disfrute.
Alguien que ha decidido hacer esto antes que la carrera de medicina. Una oda maravillosa a la más absoluta de las nadas. La certificación absoluta de nuestra decadencia como civilización. Las orgías romanas se han tornado «speedruns» de adolescentes que cuentan mientras juegan con voz de muerto que «su objetivo en la vida es disponer de la mayor cantidad de tiempo libre». ¿Para qué? Para que nosotros podamos disfrutar de tamañas proezas y el «muertismopordentro» se nos contagie en aras de un apocalipsis Zombie, que ya ha llegado y en el que todos nosotros somos los muertos vivientes y ya no queda nadie vivo. Dentro vídeo.