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Querido Diario:
Ponerme de acuerdo con Fucksia para quedar en una población, fue sencillo. Al principio nos limitamos a visitar apartamentos en los que no encontrábamos nada pero de los que salíamos atónitos al observar cómo una nación entera había decidido comprar el mismo modelo de edredón. Gracias a nuestro tesón encontramos una lata de coca cola y una naranja. Me comí la naranja y le ofrecí la lata a Fucksia que andaba sediento pero me dijo: «Bébete la mitad y déjame la otra mitad a mi». No sé de dónde se había sacado que algo así se puede hacer (quizá se pueda) pero mi personaje se bebió la lata entera. Como él no se encontraba bien seguimos investigando por la zona costeras hasta que en una de las casas un Zombie apareció atravesando la pared haciendo que el corazón se me saliera por la boca. Salimos corriendo y cuando lo habíamos dejado atrás retomamos la búsqueda. Una búsqueda que acabó con Fucksia inmovilizado en el suelo por deshidratación y yo dando vueltas por las casas cercanas como un loco para ver si encontraba algo con lo que alimentarle. Lo peor llegó cuando mi personaje se «bugueó» en una casa perdiendo la capacidad de correr lo que me obligó a, con dos cojones, enfrentarme a dos Zombies con las manos desnudas. Tanto Fucksia como yo morimos de manera enormemente miserable.
Nuestro nuevo despertar en el mundo de la sed eterna (después de varios problemas de conectividad en unos cuantos servidores) nos deparó una aventura tan pequeña como inolvidable. Si de algo es garantía Mr. Caqui es de sorpresa. Tanto Fucksia como yo, amanecimos en «casa Dios» y no precisamente juntos, él dónde Cristo había perdido la sandalia y el que escribe dónde se le cayeron unas bragas a María Magdalena (¿O debería adecuarme a los tiempos que corren y llamarla María Cupcake?). Haciendo una cochina trampa consultamos un mapa en «Google» tras un mezquino «Alt – Tab» y decidimos quedar en un pueblo que más o menos nos quedaba a todos a un ratillo andando. Eso es lo que decidimos, pero Caqui, incansable al desaliento e inmune a cualquier atisbo de lógica humana, mimetizándose con el entorno y comportándose por tanto como un auténtico Zombie, se puso a andar en dirección contraria.
Así, llegó a una localidad costera de prolífero pasado en cuanto a planificación urbanística se refiere y empezó a encontrar cosas SIN PARAR mientras una servidora se conformaba con unos cartuchos de escopeta (utilísimos para metérmelos por el culo) y un Kiwi y un tomate podridos. Cuando Caqui decidió dejar de hacer el mongo, vino a reunirse con nosotros y pudimos observar que portaba un casco de moto y un hacha (que mostraba elegantemente en todo momento) lo que le daba un aspecto de psicópata de peli de terror de los 80 bastante convincente. Tras salvarnos del ataque de un Zombi, que, incansable al desaliento, había venido hasta la isla que estábamos andando por el puto fondo marino como si de una parodia de la película «Top Secret» se tratara, nos encontramos con otro jugador. Y aquí es cuando sucedió lo maravilloso:
Visualice el lector a Caqui, con casco de moto y hacha en ristre gritándole a un francés: ¡¡No te vayas!! Que I am Friendly!!! ¡¡Ven con nosotros!!
El pobre hombre, puedo jurar que consiguió, a lo Neo en Matrix, arañar unas lágrimas de código binario para hacer que su muñeco corriera más rápido de lo normal batiendo el récord de los 400 metros en el universo de Day Z. Fue precioso verle huir despavorido mientras gritaba «DONT FOLLOW MEEE!!!» como un histérico mientras nuestro cándido héroe, el siempre grande y obtuso Mr. Caqui, hacha en mano, cerebro ausente, le perseguía diciendo que «podían ser amigos».
«Pero Caqui hostias, baja el arma, que lo vas a asustar» le decíamos Fucksia y yo sin que sirviera de nada porque nuestro francés amigo ya casi alcanzaba el horizonte visible.
Un nuevo de fallo de conexión (Encontramos una fuente en la que beber agua, eso sí) terminó con dos horazas de intensa aventura.
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Querido diario:
Mi querida Chenarus, sumida en una cruenta guerra civil, me obligaste a asesinar a mis hermanos, a matar a desconocidos, y todo ¿para qué? ¿Para acabar con esa mortal tragedia y luego golpearnos con un horror increiblemente mas tenebroso? Te odio Chenarus, y te amo, no puedo dejarte, y te lo prometo, voy a vivir. Ahora el país esta desierto, gobernado por un puñado de supervivientes que tratan de escapar a la plaga zombie que se ha desatado en la peninsula, cazando y siendo cazados por los demás, en un ansia salvaje por encontrar esa arma mejorada, esa mochila mas grande, o esa simple lata de comida que puede salvarte la vida. Se ha vuelto completamente brutal, es un entorno hostil donde no puedes fiarte de nada ni nadie.
Me desperte en una pequeña peninsula cerca de Elektrozavodsk, una de las grandes ciudades del antiguamente poderoso país. Lo que anteriormente había sido un prospero núcleo industrial ahora era una ciudad fantasma llena de esos seres, y de francotiradores deseosos de cazarte al menor despiste, es un lugar brutal solo apto para los más fuertes. Alguien había debido robarme todas mis pertenencias ya que únicamente tenía una linterna, algo de bebida y mi ropa. Algo mareado, me incorporé y me dispuse a encontrar algo que me permitiera sobrevivir. En un principio iba a acudir a Kamyshovo, un pequeño núcleo pesquero, pero debido a la deshidratación y al shock me encamine hacia Elektro en una no muy, aparentemente, acertada decisión.
Ese ruido. Esa especia de sonido gutural. Lo he oído miles de veces y siempre se me eriza la piel, un espasmo de terror puror me recorre el espinazo, miro a mi alrededor y enseguida la veo, una mujer joven, no mas de 30 años, y muy bonita, tiene unas facciones definidas y unos labios carnosos, unos ojos azules y una larga melena rubia, con un cuerpo voluptuoso, seguro que antes de este desastre ejercía una atracción casi instantánea sobre el resto de los hombres, una mujer que hace que inevitablemente gires la cabeza a su paso. Si no fuera por ese horrible agujero que tiene en el abdomen por el que asoman sus tripas me podría enamorar de ella. Pero ahora ella ya no es ella, ella, un ser precioso, bello y encantador ha sido reemplazada por ese horror caminante, ya no busca con pasión la atracción de un hombre, busca devorar al hombre, para transformarlo en otro de los suyos.
No tengo nada con lo que defenderme, y estos seres son incansables, solamente me queda ser más rápido que ella u observar como se come mis propias tripas. Con el corazón en la boca corro lo más rápido que puedo, no me atrevo siquiera a mirar hacia atras, la sigo oyendo, cerca de mí, pero más lejos que la vez anterior. Venzo mis miedos y me giro, ya no está, ha desistido posiblemente interesada por otro desdichado que se ha cruzado en su camino, buena suerte para mi, mala para él.
He llegado a Elektro. Yo no quería estar aquí, y no se si saldré con vida.
El miedo y los recuerdos me atenazan, no me dejan avanzar, esa preciosa playa en la que tantas y tantas vences pasé las horas muertas observando el bello cuerpo color cobrizo de María, las casas de los pescadores, el antiguamente bullicios puerto pesquero, todos esos recuerdos se agolpan en mi mente, que se niega a aceptar el infierno desatado en esta antiguamente bella ciudad. Solo las gaviotas, inmunes a este horror y encantadas con la cantidad de comida disponible, saludan mi paso. El en puerto he conseguido algo de equipo, no mucho, pero me dará protección. La sed y el hambre, acuciantes, son otra cosa. En la vieja estación de tren encuentro un estante con unas latas de soda, las trago, casi a borbotones, saciando mi sed y recofortandome, y, en un maravilloso golpe de suerte, encuentro tirada en el suelo un hacha. Lamentablemente no tengo tiempo para tomarme un descanso, el hambre no espera a nadie y ya son demasiados los que he visto sucumbir a este peligroso fantasma.
He probado suerte en Kamyshovo, una pequeña aldea pesquera, y los acontecimiento se han precipitado. Ahora tengo a dos compañeros de aventuras. Muchos dicen que es preferible ir solo, que lo mas peligroso ahora son los humanos, seres que en este brutal ecosistema se han revelado como auténticos lobos deseosos de poner sus garras en el equipo de algún desdichado. Pero me niego a desprenderme de esa última pizca de humanidad, necesito mantener el contacto con otras personas, o no habrá nada que me distinga de esos aberrantes seres sin alma. No es que confíe completamente en mis nuevos compañeros, pero al menos me mantienen cuerdo, y, dicho sea de paso, me ayudan a buscar equipo en las casas.
Tras recorrer Kamyshovo sin demasiado éxito nos hemos visto obligados a volver a Elektro, necesitamos un mapa, una brújula, mochila y con suerte armas, pero, y este es el principal motivo, lo más importante es la comida. Con los pueblos completamente saqueados las opciones se reducen a morir de hambre o ir a Elektro. De camino con mis nuevos compañeros nos hemos cruzado con otro desgraciado, pero este, presa del pánico ha huído. He intentado dialogar con él, pero no atendía a razones, a saber que clase de horrores ha presenciado. No puedo culparle por su decisión, pero sin ningun arma y en solitario creo que en breve pasara a engrosar el ejército de no muertos.
Otra vez ese sonido. Estamos en la península donde me desperté, hemos descansado, comido algo y estamos listos para emprender de nuevo el camino, si pudieramos, claro. Apareció de la nada, al otro lado de la península, entre los matojos. Un hombre de unos 45 años, traje de ejecutivo, seguro que era de esos nuevos yuppies que vivían en los altos bloques de edificios residenciales de nueva generación. Comenzó a cruzar el agua, Dios, ¿que clase de sed puede mover a estos seres? Apareció a los pocos minutos entre las aguas, lentamente, como tomandose su tiempo, relamiendose. Dicen que los antiguos marinos quedaban estasiados ante la visión de las sirenas, y cuando estas, seres de enorme belleza, les llamaban desde el agua con sus cánticos, los marineros, abducidos, eran incapaces de resistirse a sus encantos, ahogandose en una felicidad absoluta.
Algo similar pasa con estos seres cuando emergen de las aguas, es un espectáculo tan dantesco que tu cerebro se niega a admitirlo, le vi avanzar, lentamente, como la muerte acudiendo a su destino, y había algo fascinante en esa visión. Pink, mi nuevo compañero, me sacó de mi estado y acabé con él de un hachazo limpio en la cabeza, esparciendo sus sesos y tiñendo el agua de un rojo turquesa. Si alguien me hubiera dicho hace un par de años que yo, un oficinista qeu trbajaba para una multinacional, le hubiera clavado un hacha en la cabeza a una persona me hubiera dado un ataque de risa. Lo que pueden cambiar las cosas en tan poco tiempo…
Y de nuevo en Elektro. No quiero entrar, pero tengo que hacerlo. ¿Podremos esta vez salir con vida?
Querido Diario:
Comienzo a tener un dominio importante de la zona este de Chernarus, casi siempre aparezco en las inmediaciones de Solnichniy. Por ello localizar a Pink durante nuestra primera partida fue, mientras nos permitió el server, relativamente sencillo ya que también apareció cerca. La clásica pregunta «¿qué ves?». La gasolinera, la estación de tren, la fábrica de las dos chimeneas… Durante ese ameno rato mi tarea fue la del guía turístico. Lamentablemente un pésimo cálculo del estado físico de mi personaje sed y hambruna, bueno en realidad no hay manera de medirlo salvo a ojímetro y la colorimetría del entorno, hizo que terminara mordiendo el polvo, la gran negrura. Por aquella zona había pasado el ejército de Atila, no hubo manera de localizar nada más que algo de fruta podrida y una zombie atravesadora de paredes que, entre nosotros y no hay porqué negarlo, un polvete tenía.
Mi siguiente reencarnación fue un señor negro. Tuve la mala suerte de aparecer, con respecto a Pink y Caqui, en Casa Cristo de los Faroles hacia la derecha, es decir en Solnichniy. Debo reconocer que hubo bastante suerte. Empecé a correr hacia arriba pero mis compañeros me avisaban que veían ciénagas, islas, barcos y faros pintados con los colores del Atlético de Madrid. Estas descripciones me perturbaban un poco. Me puse un poco nervioso y la respiración me iba algo deprisa. Y como no consigues frenar estos latidos te pones más nervioso y la respiración se acelera aún más. Y si estás corriendo todo el rato… tela, porque haces mucho ruido y lo último que quieres en ese lugar es hacer ruido. De pronto Caqui se fija en un cartel «¡coñe, ya sé dónde estoy, al lado de Elektrozavodsk!». Paré mi carrera en seco, lo primero que pensé fue en sacar el mapa ingame y hacer un viaje rápido. Craso error, la sufrida realidad virtual de DayZ me hizo poner los pies en la tierra. Yo estaba ya en Nizhnoye. Pink se dió cuenta de que estaba en un pueblo cercano a Elektrozavodsk llamado Kamyshovo, y decidieron encontrarse en ese pequeño pueblecillo costero y pobre, abrazarse y vete a saber qué cosas más.
Me puse a correr hacia Kamyshovo, hacia abajo (lo cual no encaja en mi filosofía «siempre arriba») calculo que será una travesía de 6-8 kilómetros desde Nizhnoye. Como suele decir el refrán «el que canta su mal espanta» y además tenía un trecho, me puse a cantar esa bonita canción, creo que la conocerán:
Desde Nizhnoye a Kamyshovooo ♫♪
Vengo por toda la orillaaa ♫♪
Con mi linterna apagadaaa ♫♪
Echando la primera papillaaa. ♫♪
Durante el camino encontré varias casas que visité echando vistazos rápidos. Quería encontrarme pronto con mis amigos. Encontré una gorra, una lata de Sprite, otra de Cola, dos zombies y un humano con hacha. Le levanté la mano en señal de amistad e incluso intenté separar los deditos al estilo Star Trek, cosa que de momento no se puede hacer pero es una idea que lanzo a los programadores del juego. Eché a correr entre varias casas y muy pronto lo dejé atrás. Después de un rato, de tanto correr y correr, empecé a tener calambres en las piernas y se me subió el gemelo. Uno de ellos. No podía casi seguir corriendo estaba muy jodido, me arrastraba… pero de pronto ví un pajarito volando en círculos. Pensé.. coñe… donde hay pájaros hay vida. ¿Vida!?. ¡Hay que seguir corriendo mekawen la puta!!!. Y efectivamente amigos, pregunté a Caqui sobre una ciénaga y a los pocos segundos la tenía delante. Pregunté a Pink por el faro y una isla. «Vas bien, sigue por la carretera». Pero Caquí exhortaba animosamente «no no, por la carretera no, que eres un blanco perfecto!!».
Llegando a Kamyshovo me puse muy contento, estaban mis compañeros de aventuras esperándome en la entrada del pueblo. Bueno en realidad no, pero hubiera sido un momento muy bonito. Pink aprobó mi buen gusto al colocarme la gorra y, ni corto ni perezoso, entoné unas pocas notas del atemporal clásico «Insane In The Brain» de Cypress Hill. Seguíamos sin encontrar una mierda podrida y noté a mis amigos con la moral algo floja. Intenté consolarles, animarlos y arroparlos con frases como «Tranquilos, váis con un hombre de color. Como ocurre en las pelis moriré yo primero». Posteriormente intentamos adentrarnos en la peligrosa Elektrozavodsk, pero el servidor perdió estabilidad y ahí se acabó la histeria.
Lo demás es historia y se la ha contado, muy bien por cierto, Pink y Caqui.
En cuanto entren en escena los vehiculos, van a ser el triple de epicas las partidas (que ya de por si, lo son).