ANALIS-DIS: THE DARKNESS II (XBOX360)
Existen ciertas profesiones en las que llegar a viejo es, a todas luces, improbable. Stephen King decía en «La mitad siniestra» que: “no hay policías intrépidos y viejos”. Volvía a recalcar ese concepto en «La torre oscura» sólo que esta vez hablaba de que no existían pistoleros viejos. La idea de base es que aquellas profesiones que implican desarrollar violencia contra otros llevan aparejada una baja esperanza de vida.
Ser poseído por una entidad demoníaca (a uno no lo poseen las ángeles de Victoria’s Secret) no debería contribuir a mejorar la media y, sin embargo, es con lo que juega The Darkness 2. La historia funciona porque se trata no tan sólo de responder a una agresión, sino de pura supervivencia. Nos quieren eliminar y por ello exigimos venganza.
A sabiendas de que nuestras acciones oscuras alimentan a la bestia que llevamos dentro. Cuanto más lejos nos arrastra esa voz interior, más cerca estamos de ver nuestra personalidad diluida. No obstante, no hay alternativa pacífica al conflicto. La única elección que podemos hacer es vivir el tiempo suficiente como para elegir la manera de morir.
Ser un receptáculo tiene ventajas e inconvenientes. Entre estos últimos, el más evidente es que tú juegas un rol pasivo, te limitas a mantenerte en pie, respirar lo justo y poco más. Claro que siempre existe el conflicto en una relación simbiótica y, para mantenerlo dentro de unos márgenes de seguridad razonables, hay que hacerle la posesión un poco más llevadera a nuestra mula de carga. En el caso que nos ocupa, para someter la mente del portador, se crean conexiones psíquicas, se crean realidades, mundos que alivien el dolor de una mente atormentada, para impedir que sucumba y muera. Todo el juego vivimos el pulso entre huésped y receptáculo, observamos los cambios y las idas y venidas al mundo creado por la Oscuridad como una prisión para la mente.
Este mundo recreado no dista mucho del que pudimos padecer en «Alguien voló sobre el nido del cuco». La cárcel es una prisión para el cuerpo, pero una institución psiquiátrica lo es también para la mente, porque ni siquiera te dejan evadirte a otra realidad mediante la imaginación. Necesitas ser tratado en todo momento hasta que aceptes la verdad absoluta e inmutable que te imponen tus carceleros: que estás equivocado. En el exterior ejercen violencia contra nuestro cuerpo y aquí se trata de violencia contra nuestra mente. No es difícil establecer paralelismos entre el Jackie estacado como enfermo mental agresivo y el Jackie Estacado poseído por la oscuridad y ejerciendo la violencia sobre los demás. Ese es el doble juego que “The Darkness 2” promueve y que, de lejos, es el mayor acierto de esta producción.
Llegado el momento de elegir qué aceptamos como real, la opción parece bastante clara. El juego nos ha ido recordando constantemente que sólo nosotros podemos decidir nuestro destino. La locura, al menos su tratamiento, acaba consistiendo en mantener inmovilizado al sujeto. Es una constante en el juego: estar atrapado, el ser forzado contra tu voluntad.
Y ya sabemos qué pasa cuando un animal se siente atrapado y comprende que ya no tiene nada que perder.
La única posibilidad de sobrevivir que tienen los desafortunados que se enfrentan a nosotros es anular a nuestra parte oscura mediante la luz. Sin nuestros apéndices tentaculares, no somos más que un tío cabreado con un arma en cada mano, que no es que sea poca cosa, el reciente «Max Payne 3» ya nos ha puesto sobre aviso de lo que puede hacer la mala leche, pero sí que resulta insuficiente para abrirse camino hasta el final y, desde luego, resulta mucho menos divertido.
A diferencia del primer título, aquí se ha puesto todo el énfasis en la parte FPS, por lo que prácticamente no hay fases de “sigilo” y todo se convierte en un festival de intestinos volando convertidos en improvisados confetis.
Los desmembramientos, desgarros, amputaciones, empalamientos y demás barbaridades, garantizan un espectáculo gore difícil de igualar en el género. Además, la oscuridad se alimenta de los corazones de los caídos, lo cual es un método mucho más expeditivo de recuperar la salud que no ir saltando sobre botiquines. Como del cerdo se aprovecha todo, no vamos a limitarnos a comernos el corazón de nuestros enemigos sino que, además, cuantos más muertos tengamos en nuestra cuenta, más esencia vamos a tener disponible para desarrollar nuestros árboles de habilidades. Esta esencia, no es más que la moneda que podemos usar para adquirir poderes. Y como todo sistema económico, cuanto más tengas más querrás. Las reminiscencias a la leyenda del Wendigo, esa en la que la bestia se hace más fuerte a medida que devora el corazón de sus víctimas, son más evidentes en tanto que nuestra sed de poder nunca se verá saciada.
Aunque el combo “pistolas más poderes”, nos hace pensar en «Bioschock», lo cierto es que los combates son menos divertidos y acabamos empleando siempre la opción menos complicada de ejecutar. Una vez que descubres que tienes dos armas en cada mano y dos tentáculos redondeando el cuadro, ponerse a pintar puede resultar muy complicado, es necesaria mucha práctica para encadenar acciones que nos reporten ventaja. El juego intenta poner de su parte para que dispongas de todo lo necesario para hacer un buen uso de este akimbo doble, pero dejar barras metálicas, cajas y algún barril explosivo desperdigado por el escenario, resulta previsible. Pocos juegos hay donde el jugador parta con tanta ventaja respecto del enemigo, así que en el fondo, The Darkness 2 tratará todo el rato de equilibrar la balanza para que no te creas que todo es un paseo. Este intento de rebajar nuestra superioridad le hace un flaco favor a la mecánica de FPS, de hecho, el juego gana muchos enteros al final cuando todo se acelera y podemos empezar a ser más imaginativos a la hora de masacrar al enemigo. Tenemos más poderes, armas más potentes y estamos muy, pero que muy cabreados.
A diferencia de Snake Plissken, al terminar el trabajo no obtenemos la cura. Ceder al mal es un proceso irreversible a menos que lo cedamos por iniciativa propia, cosa que nos dejaría indefensos. Cuando se desarrolla una dependencia es complicado volver al estado inicial, de hecho es muy difícil volver al punto de partida, uno ha cambiado tanto para sí mismo y para el resto del mundo que prácticamente, es como volver a nacer. Y hablando de nacimientos, que Jackie Estacado, como portador de la Oscuridad, deba cuidarse mucho de no dejar embarazada a ninguna mujer (si el bebe nace el portador moriría, pues nunca puede haber más de uno) debe ser un alegato a favor del sexo seguro. Te están diciendo: “chaval no la cagues porque en cuanto nazca el niño despídete de la vida tal y como la conociste hasta ahora.”
Sin ser un mal juego, The Darkness 2 se contiene mucho en la parte FPS, cosa absurda porque es hacia donde se encaminaban después de tirar a la basura ciertas mecánicas jugables de la primera entrega. El apartado técnico no lo ayuda a destacar entre los demás títulos y sólo la lucha interior del protagonista mantiene la tensión en este título. Se hace muy divertido cuando dejamos que la crueldad de nuestra Oscuridad nos guíe por los combates.