PALABRAS DE PODER
Nos ponemos místicos. Todos tenemos bastante frescas en nuestra mente, aunque sea por lo cansinos que hemos sido dándole al asunto todo el bombo y platillo posible, las poderosas palabras monosílabas, Fus! Ro! Dah! entre otras, que aprende el personaje principal en The Elder Scrolls V: Skyrim y que debidamente usadas, por ahí campechano, le confieren ciertas características y habilidades de las que se obtienen un poder mágico y elemental concreto. Esto que en principio puede sonar entre fantástico y propio de la literatura mágica, espadas +5 de hielo y brujerías varias, emerge de un trasfondo legendario y místico que se pierde en los confines de nuestra cultura más ancestral y en cierta manera todavía es real en nuestros queridos y tecnológicos días. Las palabras tienen poderes y efectos mágicos sobre nosotros, ¿no? veamos, podemos investigar el poder que tiene la palabra gilipollas expresada por alguien de manera directa hacia nuestra persona.
Bien, menos mal que no lanzan bolas de fuego y esas cosas hipohuracanadas pero su efecto puede ser muy hiriente y podría provocar una verdadera catástrofe. Y tampoco tiene que ser un insulto como ejemplo malsonante, veamos el efecto que puede hacer en nuestro cocotero la palabra «impuestos». Literalmente te pueden joder el día y maldecirás lo indecible a la persona que la emitió. Pero tampoco lo veamos desde el punto de vista negativo. Las palabras pueden ejercer también efectos muy beneficiosos, como la construcción «te quiero». Aún recuerdo cuando, una noche de verano estrellada, Angelina se me acerco lentamente y susurrándolas al oído. Es una de esas cosas que si no las cuentas no sirven para nada, ya saben. Ah vaya, ahora recuerdo que era un sueño, pero eso al cerebro se la trae flojísima.
Aprovecha ahora hija que después se lo lleva todo los gusanos.
El poder de estas palabras, producen un tipo u otro de efecto, positivo o negativo. Y no se puede equiparar al efecto que produce en Skyrim las palabras mágicas Fus Ro Dah, ya que necesitan un significado, comprensible gracias al idioma, para tener poder. Sin ir más lejos un nipón de la parte septentrional de Osaka, la peor de todas, puede decirnos la peor palabra posible, por ejemplo «¡muere!» en su idioma, y no sentiremos el menor miedo ni sensación de urgencia al escucharla, hasta que veamos a ese cartilaginoso tipo avalanzarse hacia nosotros con muy malas pulgas. Y… ¡anda que no tienen malas pulgas cuando las tienen!. ¡Las pulgas niponas son las peores!. ¡Radioactivas!.
El equivalente en la vida real, lo más parecido, a las palabras videojueguiles de poder Fus Ro Dah! serían los mantras. Fus! Ro! Dah! es un mantra muy poderoso en sí. Si tiramos de almanaque, etimológicamente, la palabra mantra proviene de los vocablos sánscritos MAN: mente y TRA: liberar. La idea amigos es, entre otras cosas y oficialmente, liberar la mente de la pequeña locura y parloteo constante a la que está sometida por sí misma, por su naturaleza y las circunstancias que la rodean. Simplemente la pequeña prueba de intentar no pensar en nada durante un minuto o desviar nuestra atención exclusivamente a las manecillas de un reloj y errar en el intento, demuestran lo descontrolada que la tenemos a la pobre. Una muy buena sirvienta, pero una malísima jefa. Con los mantras los yoguis, lamas, etc., junto a técnicas respiratorias y otros métodos cuasi mágicos, doman la mente para poder usarla de una manera más eficiente, o hacerle recordar unos usos ascentrales ya olvidados por el monótono homo sapiens tecno street, con sus prisas y su stress contemporáneos.
Este Yogui ni lobo, ni vampiro. Oso.
Muchas corrientes místicas religiosas y culturas milenarias, practicamente todas las orientales y muy dispares (budismo, hinduistas, judaísmo, indios americanos, las runas de los pueblos vikingos, etc.) han creído que las palabras tenían poder, con o sin significado en cada uno de sus idiomas o dialectos, y que desde estas culturas se aseguran multitud de efectos beneficiosos, mágicos, alternativos, etc. Estos efectos beneficiosos o poderes especiales tienen hasta nombre y todo, siddhi. Algunos siddhis famosos son, de cara a la galería también es cierto, efectos un poco circenses como por ejemplo viajar astralmente, ver el futuro, echarse en camas de clavos, resistir semanas sin comer o beber, telepatía, etc. El yogui consigue, tras un extraordinario entrenamiento, el despertar del kundalini, la apertura de los chakras, coseguir poderes curativos, el «otro lado» de las culturas indias americanas, las danzas de la lluvia mediante rituales y cánticos, etc. Un ingente número de denominaciones y maniobras ancestrales en la oscuridad para alcanzar estos estados alterados de conciencia (me veo ya como contertulio de Iker Jiménez, snif) a través del entrenamiento físico y mental, por medio de mantras y diversos ejercicios, métodos cuyo origen se remonta al comienzo de los tiempos, yoga, etc. Incluso según se dice, se cuenta y se rumorea, existe un siddhi, eh nivel 90 por lo menos LOL, llamado ISHITVAM que concede un poder cercano al divino. Se dice del yogui que adquiere dicho poder es capaz de devolver la vida a los muertos. Los swamis, Kabir, Tulsidas y Akalkot tenían este poder. Son ciertamente nombres posibles de bosses finales de Dark Souls, molan. Entre nosotros, la verdad, permítanme ser algo escéptico en cuanto a lo de convertirse en un semidios de estas características gracias a estas prácticas.
También el propio cristianismo tiene sus propias palabras de poder, no se crean que aquí no se salva ni el apuntador. Ahí tenemos por ejemplo la palabra «amen», y el «shalom» hebráico, o el latín con sus tranquilizantes cantos gregorianos. Intentemos dibujar la línea «Skyrim vs Real Life» lo más fina posible. Existen incluso mantras básicos monosílabos, como «ram», «om», «hum», etc. que serían los primos culturales reales y semidirectos de Fus Ro Dah, y también unidos como es el caso de Ra Ma Da Sa Sa Say So Hung, cantado y recitado por multitud de personas en la India todos los días. En estos momentos, está pasando, en un lugar lejano, muy muy lejano. Ok pero, y ¿por qué funcionaría en el caso de que así fuera?, no significan nada, es como el «¡muere!» nipón. Pues, siempre, siempre desde fuentes yóguicas tradicionales, se dice que funcionan porque dichas sílabas, escogidas y estudiadas a lo largo de miles de años, poseen una vibración beneficiosa. Así pues es esta vibración y su repetición constante, el quiz de la cuestión.
Este Yogui es un tipo feliz: Controla la mente y además no tiene hipoteca que atender.
Desde un punto de vista occidental, para el hombre tecnológico «si no lo veo no lo creo» y «qué tontería es esta» de nuestros días, estos asuntos querrán ser vistos desde, en todo caso y «mire usted no me haga perder mucho el tiempo», un punto de vista científico, queriéndose apartar lo más posible de lo esotérico, frívolo, mágico, etc. pensando que son solamente paparruchas, placebos propios de culturas con pobres tasas de escolarización y que se tratan de simples «canturreos», cuya repetición habitual atonta y hace creer al canturreante que de alguna manera funciona. Y si ello es así, es simplemente gracias a la fe de esta pobre gente a la que se le promete la salvación, el oro y el moro, etc. y como bien sabéis la fe es capaz de mover montañas… y también declarar guerras catastróficas, muchas de ellas con su trasfondo religioso, aquí no se salva ni el Papa. O no.
¿Y qué dice la comunidad científica al respecto?
Ha habido algunos estudios, los resultados finales han sido de todo los tipos y colores posibles. Desde que hay algo ahí oculto todavía a la ciencia y que debe ser resuelto, ya que por ahora no encuentran explicación demostrable en laboratorio, como debe ser. Sabiendo que el conocimiento científico del cerebro está todavía en bragas. Hasta los que afirman que todo esto son paparruchas, simples placebos engañabobos sin pies ni cabeza. No es más que otro tipo de respuesta a la misma pregunta si se dan cuenta. Uno de los experimentos científicos más interesantes y considerados por la comunidad científica desde su publicación, sobre el poder de la intención y las palabras, siempre ha sido el efectuado por Masaru Emoto: Mensajes del Agua. Masaru usó una técnica interesante, al parecer experimentó con el efecto de las palabras, los sentimientos, la música etc. sobre las moléculas de agua. Los resultados publicados son ciertamente reveladores. Las formas que toma la cristalización de las moléculas de agua sometidas a buenas y malas palabras, o música armoniosa o no, dejarán ojiplático al más pintado de los pizcuetos. Ahí están las pruebas con luces y taquígrafos y ante eso no cabe otra duda. Quizás la de la honorabilidad del nipón señor, si no fuera porque otra gente ya ha realizado alguna prueba que corrobora el descubrimiento de Emoto. Y somos un 60% agua, bueno algunos cerveza o whisky. Es el mismo experimento, «El Hormiguero Style» que cualquiera puede hacer en su casa con dos tarros cerrados con arroz y comprobar el estado de ambos tras una semana de insultos por un lado y de cálidas palabras de amor por y hacia otro. O hablarles a las plantas, aunque después se supo que el CO2 que desprende la persona al hablar, y si no fuma demasiado, es ciertamente beneficioso para el desarrollo del vegetal.
Pero miren ustedes, a mi me gusta pensar que también existe la magia, de la naturaleza que ustedes o yo creamos oportuno, en este mundo tan real. Creo que así pienso que es menos cuadriculado y denso. Que la armonía y el amor son necesarios y deberían ser más naturales. Y que en algún momento podamos comprobar si todo esto es cierto o falso gracias a la experiencia, la madre de la ciencia, no engaña. Así que tengan cuidado con lo que dicen por ahí, por si acaso, pueden estar ejerciendo algún tipo de poder poderoso en su entorno sin saberlo. Piensen por un momento en ello, su entorno, y como sería si no existieran. El efecto que causan en las personas que le rodean y como se comunican a través de las palabras.
Así pues casi seguro que la jodida Bethesda localizó estas palabras de poder, ah qué pájaros, pillados in fraganti, Fus Ro Dah!, para engatusarnos mágica e hipnóticamente y hacernos comprar su juego compulsivamente, sin remedio. Josdeputa. Lo consiguieron, y les digo una cosa, recuerden, y para contrarrestarlo griten de manera muy FUERTE.
Pe! Ca! Dor!