CARTA ABIERTA DE NATHAN SCOTT III A ACTIVISION
Surcando los austeros horizontes, donde quizás habrá dragones, pero no abunda el mondante, el bajel deactivision se encuentra a proa con una selección anodina, qué, no obstante, entregada a la iteración popular concluye, de forma elocuente, la victoria populista. A su modo, el regodeo opulento de las personas de alma inconclusa que de este mundo hemos creado, y no en vano se convierte, pues, en portal a la diáspora del talento. Abandonado cuanto nos hace humanos, solo queda lo otro que somos, que no se muy bien que es, pero probablemente sea parados tomando cañas con el PER.
Puede qué el no-muerto sea alegoría de la eternidad sin alma, y la figura de escapar de las garras de hades presuma siempre el final de nuestro talento y nuestra psique, tal y como todos estuviéramos condenados a ser Dorian Gray enfrentados a quitar el tupido velo que cubre la pantalla de nuestra mente y al tiempo envejecer nuestro espíritu. Tras la sombra de un velo, todas las bailarinas son hermosas. Así que no es casual que, pese al paso de los años, se prodiguen estereotipos y fórmulas desgastadas alejadas ineludiblemente de la elusión (paradójico) del populismo reinante, y sean, siempre (condenados por no estarlo) las mentes brillantes las que deban sufrir las consecuencias de ello. Y es que quizás Un león pueda derrotar a 100 ovejas en combate, a pluma o a espada. Pero no puede adquirir más bienes que ellas. Y aun aunque antes pudiera…¡es imposible, maldita sea, en Steam, donde ya no puedo comprar yo solo 1000 000 de copias de un juego yo solo para colocarlo en su lugar!.
Y, como decía, puede que el vampiro nunca perezca y permanezca eternamente seductor y alimentándose del RH de núbiles doncellas, pero no así Vampire: BloodLines, al que los años han quitado sus escasos encantos. Y sin embargo, no os veo, queridos hi de puta, darle una segunda oportunidad, quitar la estaca de su corazón y el inmovilismo de los videojuegos.
Es imperdonable, aún más que inadmisible, que tengáis la indecencia de Apostar (o no, en tanto que una apuesta debe incluir, por antonomasia, un cierto riesgo) por los prefabricados call of duty, barbarie populista donde la única importancia de sujetar el pad consiste en sufrir la vibración, juegos donde tú no haces absolutamente NADA más que desplazarte atendiendo a los sucesos que los desarrolladores tuviesen a bien desplegar, mientras el Hotel del bloodLines… no, el HOTEL, con mayúsculas, algo totalmente antagónico a lo que describo, se pudre en el olvido, empujado por la ignorancia.
Aunque quizás sea la ignominia lo que puede sacarlo de allí… La mía, por supuesto. No la de esos pobres ignorantes qué prefieren creer entre el amor de una dulce venus humana y un confuso ser del abismo, aderezado por las pinceladas del salvajismo de un licántropo, en lugar de la desesperación y la oscuridad con la que nuestra alma es forjada, ya que solo el dolor y los golpes del destino pueden arrancarnos de la irrealidad en que, como morfina espiritual, nuestra mente nos sumerge. Como cuando a la empleada del hogar se le cae el caviar y te traen salmón y piensas “Dios mio… mañana podría traer patatas…”.
¿Podrían mentes como las vuestras haber financiado una obra como Deus Ex? Aunque al menos no sois tan fariseos como la inagotable boca abierta de Eidos, qué destruye el legado de Deus Ex. Gente como Eidos jamás hubiese publicado algo tan maravilloso como el verdadero Deus Ex. Lo cual no significa que su propio Deus les sacase de la ruina a través del poderoso brazo de un dios japonés.
El actual panorama es desalentador. Yermo ya de toda ecléctica, perdido el dinamismo creador, el fango se adueña de quienes poseen manos capaces de crear juegos, y en este nuevo escenario de mentes destruidas, en el que el miedo al verdadero yermo nuclear nos ha sumido, sus cerebros se secan al sol mientras sus manos teclean. Cualquier perdedor capaz de dibujar una pistola cree tener una oportunidad. ¿Es que somos tan imbéciles de pensar qué dibujar un pajarito mono, tener una idea divertida, o dejar a la gente piezas con la que su imaginación pueda fluir va a darnos resultado económico?
Puedo asegurar, desde la superioridad que mi entelequia me profiere, qué sí. Que no hay esperanza, todo ha caído ya, solamente los scripts nos esperan, por culpa de la inclusión del capital en el arte, cuya calidad solo podría no resentirse mecida por la subvención, como demuestra el maravilloso cine de nuestro país. Pero no desde luego arrojado a las negras mareas plagadas de tiburones del mercantilismo, donde solo deberían encontrarse cosas menos importantes como la alimentación, la sanidad o la vivienda, y nunca algo como el arte. Porque podemos no alimentar nuestro cuerpo (una vez lo hice durante seis horas) pero no nuestra alma.
Aprended ahora, Activision. Puede que luego, perdida ya toda esperanza, avanzando hacía la luz aferrándose al crédito, material o inmaterial, que aun os quede, os acordéis de las palabras de Nathan Scott III. Oh, vaya si os acordareis. Nadie me olvida.
Recordad este nombre, el hombre que os advirtió que Call of duty matará primero vuestro alma y después fagocitará vuestra empresa. Y en menos de dos años.
El nombre es: Nathan Scott III.
“Un hombre puede tener esperanza aunque no la tenga, desesperanzarse aunque la posea, y al final puede perderla y no tenerla si vota al PSOE”. NATHAN SCOTT III.
P.D. Mi efusivo apoyo a todos aquellos qué piensas que Mr Orange no tiene ni idea de escribir. Si dispusiera, como yo lo hago, del idioma de Cervantes, otro gallo nos cantaría, pero claro, el no pasa de pollito.
P.D.2. No os compréis Torque Quest. El final es demasiado previsible. ¿Quién no se espera un guerrero del caos solo viendo el primer fotograma?