ANALIS-DIS: EL PADRINO 2 (XBOX360)
Los mafiosos siempre han ejercido un ambivalente juego de atracción y repulsión sobre el más común de los mortales. No descubriremos la pólvora si decimos que los trajes caros, el dinero corriendo a espuertas, las chicas, el alcohol, el respeto, son cosas fáciles de envidiar. Sin embargo, en ciertos débiles de espíritu, los riesgos y el comportamiento violento les provocan tal rechazo que prefieren llevar un tipo de vida similar pero casi mejor haciendo de contable (o político) que no de matón.
Mientras no te pillen son sólo negocios. He ahí el quid de la cuestión. El mafioso opera al margen de la ley, pero con sus propias leyes. Así pues, mientras el aparato policial y judicial no lo pille, estará operando en un mercado económico regido por las mismas normas que regulan los mércados económicos legales: la codicia y la avaricia, pero con algún añadido un pelín laxo respecto al uso de bates de beisbol como agentes reguladores.
Una historia del Bronx refleja muy bien la fascinación de los más jóvenes por ese mundo desconocido donde todo parece fácil en una realidad social dura, muy dura.
Detrás de todos esos lujos se esconden unos logros ganados a base de violencia, intimidación y corrupción. Con no tener escrúpulos uno podía medrar rápido en una organización que premiaba la lealtad y la obediencia. Un buen aspirante a mafioso no se cuestiona nada, por lo menos no antes de haber conseguido un buen estatus y empezar a desear ser Califa en lugar del Califa, aquí viene una fase de codicia o bien de arrepentimiento.
Pasemos un momento a centrarnos en Mafia, un gran juego, siempre cuestionado en relación a ciertos defectos de forma, pero desde luego impactante en su trama y absolutamente coherente consigo mismo y el universo que recrea. Las andaduras del protagonista dentro de la organización mafiosa y su progresión dentro del escalafón de la misma reflejan lo esencial para aspirar a ser un hombre de confianza: entrega absoluta a su misión, lealtad y absoluta profesionalidad. Y generalmente todas estas virtudes son visibles mientras el sujeto cree a pies juntillas en lo que está haciendo, mientras funcionen las excusas morales y el autoconvencimiento, nada detendrá a nuestro protagonista. El quid de la cuestión es en qué momento llegará ese punto de inflexión, ese giro en los acontecimientos que permitirá que se quiebre la estructura de valores del sujeto y pasemos a un nuevo paradigma donde el ser o no ser pasa a primer plano y los pensamientos empiezan a pronunciarse en voz alta. Inevitablemente, llegamos a la fase de desconfianza y pasamos a ser sujetos a vigilar. Dada la estructura de Mafia, lo inevitable es el enfrentamiento con la cúpula de la organización, pues nosotros no pasamos de ser un sicario, con galones, pero al fin y al cabo un mandao. Antes de meternos a mafioso se podría decir que habíamos sido un ciudadano lo suficientemente honrado como para tener escrúpulos.
Todos los miembros de la familia mafiosa se deben a ella y responden ante El Padrino, el que está en la cúspide de la pirámide. Así mientras en Mafia somos unos obreros al servicio de un jefe, en El Padrino 2, somos nosotros quienes vamos a mandar sobre nuestros recursos, a pesar de que por encima siempre tendremos al Padrino, que es quien dictará la estrategia general de actuación, las decisiones sobre qué tácticas emplear para alcanzar los objetivos es tarea nuestra.
En el fondo el cambio de El Padrino al El Padrino 2 se encuentra en la asunción de la difícil tarea de delegar. Como sicarios, nos limitamos a cumplir las órdenes que nos dan, como jefes tenemos la obligación de pensar a corto, medio y largo plazo, lo que implica gestionar bien los recursos y confiar en que nuestros subordinados cumplirán con su parte. Evidentemente esto implica una IA a la altura, en este punto El Padrino 2 ha tenido que simplificar buena parte de lo que sería un entorno realista para acomodar nuestras lineas de actuación.
Como buena organización piramidal, son los subordinados los que sostienen el tinglado, en nuestro caso, vigilando los negocios y siendo la primera linea de defensa y ataque de nuestra organización, la lastima es que las directrices que podemos darles son bastante limitadas.
Dado que no podremos estar en todos los sitios al mismo tiempo, la defensa de nuestros negocios recaerá en guardias a sueldo (que son poco de fiar contra ataques) y nuestros propios miembros de la familia. A medida que vayamos ampliando la familia podremos dejarlos a cargo de la vigilancia de algún negocio particularmente lucrativo o importante. Al menos sabremos que aguantarán las embestidas iniciales y nos dará tiempo a enviar refuerzos o personarnos en el lugar para montar la balasera. Si la lucha está muy equilibrada corremos el riesgo de que nos fulminen a todos los guardias o que algún miembro resulte herido de gravedad, tendremos que balancear muy bien nuestros recursos, incluso dejando deliberadamente desprotegido algún negocio para poder soportar los ataques contra otros. En algunos negocios el numero de guardias puede llegar a 30, con lo que resulta evidente que:
Uno:. no podemos gastar tanto dinero en guardias.
Dos:. el sitio a vigilar es vulnerable.
Ante esto solo nos cabe equilibrar ingresos con gastos, ir distribuyendo a nuestros miembros por negocios o por barrios y confiar en que puedan llegar rápidamente allí donde se les necesite.
Para las misiones en las que participemos nosotros (toma de negocio) generalmente no es buena idea ir sólo, porque siempre habrá un punto débil que atacar (verja, equipos electrógenos), porque no somos inmortales y porque la munición no es infinita. El consejo es reconocer previamente el terreno y luego llamar a los allegados que necesitemos en función del plan de acción. Evidentemente, no siempre será necesario utilizar la cabeza para pensar, podemos abrirnos paso simplemente utilizándola de ariete, pero la posibilidad de mejorar nuestra familia incorporando miembros, mejorando sus aptitudes y especialidades resulta ser una de las partes mas entretenidas del juego.
Si bien es posible contratar a cualquiera y tener a ocho pirómanos bajo tus ordenes o a seis expertos en demolicion y a dos medicos, la necesidad de delegar tareas en dichos miembros, obliga a tener muy en cuenta la especialidad de los que contratamos para no apostar siempre por la misma táctica. Sin un ingeniero no podremos cortar verjas para acceder a determinados sitios, del mismo modo que renunciar a los botines de las cajas fuertes por no tener un ladrón en el grupo es una tontería. Incluso algunas puertas solo puede abrirlas un matón de una patada en las mismas. Sin embargo, sí que es posible decir que el médico y el experto en demoliciones son imprescindibles, tanto para curarnos en el campo de batalla como para volar negocios rivales, a partir de ahí, la proporción de los otros especialistas irá en función de cómo juega cada uno.
Nos moveremos entre tres localizaciones: Nueva York, Florida y Cuba. El mapa más grande y de más importancia es Florida, allí se localizan la gran mayoría de negocios que queremos controlar y por tanto se encuentran la mayor parte de las otras familias.
La parte más interesante es la debilitar a la familia rival matando a sus miembros, para poder dar con ellos es necesario localizar a algún ciudadano que necesite de nuestros servicios. Una vez cumplida con nuestra parte, ellos nos informarán de donde podemos localizar a algún miembro rival, una vez hecho esto procederemos a eliminarlo de la manera que se nos indique, a algunos habrá que volarles la tapa de los sesos, otros deberán volar unos cuantos pisos y a otros será necesario darles un masaje en el craneo con un bate de beisbol. Debilitar a las familias rivales nos permite respirar tranquilos en cuanto al numero e intensidad de los ataques a nuestros negocios, miembros que, evidentemente, debilita las defensas de los negocios rivales.
La licencia del El Padrino permite tener una galería de personajes carismáticos, una banda sonora impecable y un gran elenco de voces. A partir de aquí, la trama sobre la que pivota el argumento no es en absoluto una patata, pero sólo funciona en momentos puntuales. Cuando hay que emprender una misión que precipite los acontecimientos, en el momento en que el juego nos da la libertad para elegir lo que queremos hacer es cuando la cosa patina.
La conquista de los negocios rivales prácticamente no tiene variantes, algunas aproximaciones consiguen que se conquiste un establecimiento con más facilidad, pero el modus operandi principal se basa siempre en arrasar con todo lo que se mueva hasta dar con el propietario del tinglado y “convencerle” de que nuestra protección es necesaria. La búsqueda de misiones para localizar a los miembros rivales se traduce en quedarse quieto en una calle y esperar brevemente a que alguien se acerque y detectemos (mediante un icono de una llave en su cabeza) que tiene información. Lo curioso es que media población parece deseosa de matar a la otra media, con lo que resulta extremadamente sencillo localizar a los miembros de las familias rivales ya que siempre hay alguien con ganas de bronca.
La policía es corrupta, pero es que sino lo fuera daría igual porque su incompetencia la aparta de ser un obstáculo para nuestros planes de dominación. No habrá un solo momento en el que las fuerzas del orden puedan ponerte en problemas. Se fijaran en ti si atropellas a alguien enfrente de un coche patrulla pero, o bien no te perseguirán o bien les podrás dar esquinazo girando una esquina.
El Padrino 2 es un juego tan inmersivo como tú quieres que sea, la pena es que dejar en manos del jugador esa tarea implica que primero le has de motivar lo suficiente como para que desee hacer más cosas que no las esenciales para ir avanzando en el juego. Los favores que podemos conseguir de fuerzas policiales corruptas por ejemplo, sólo pueden ser invocados una vez. Aunque untemos a un policia para librarnos de la cárcel o del acoso policial, o bien que untemos a un constructor que nos permita reconstruir nuestros establecimientos en caso de que una bomba rivalo lo destroce, los favores que nos deben sólo se podrán utilizar una vez, con lo que carece de sentido ese soborno porque la relacion comercial que establecemos se restringe a una sola operación, si queremos volver a tener ese favor tenemos que volver a sobornar a quien toque. Y claro, en el punto álgido de la partida, cuando estemos en una guerra entre familias con todas las de la ley, lo mas seguro es que no deseemos perder el tiempo buscando favores cuando nos están acosando desde todos los frentes.
Una historia de venganza, la de la película, que en el juego se disuelve como un azucarillo. El jugador sabe en todo momento lo que va a pasar y aun así se ve obligado a tomar decisiones contra toda lógica, sencillamente para que avance la trama.
Claramente los mejores momentos de este juego suceden cuando damos caza a los miembros de las familias rivales. Al menos se percibe como un objetivo a lograr y que reporta muchos beneficios: más facilidad para asestar el golpe final contra la mansión del Don rival y menos peligro de ser atacado a su vez por las facciones enemigas.
Para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Una vez entramos en la espiral de violencia es evidente que nada ni nadie la va a detener, lo que en principio parecía ser una lucha estratégica por dominar territorios e intentar una convivencia más o menos pacífica entre distintas familias, finalmente se rebela como lo que ha sido desde el principio: el exterminio del oponente por todos los medios disponibles. De esta manera, las dos o tres horas finales de El Padrino 2 se convierten en un correcalles donde vamos de un negocio a otro de nuestros rivales aniquilando a todo el mundo. De esta manera la estrategia se acaba convirtiendo en un simple ejercicio de crueldad donde lo único que nos impulsa es el objetivo de que sólo quede uno en pie, y debemos ser nosotros. Lo que , por otro lado es un fiel reflejo de la licencia en la que se basa, no en vano Michael Corleone se dedica a cepillarse personas con más entusiasmo y dedicación que Michael Mayers en un campamento de verano.
Si eres un sádico, disfrutarás con este juego. Yo lo he hecho. Incluso más que con The Punisher y Manhunt.