De camino al colegio habíamos pasado por delante del único salón recreativo de toda la comarca. Al ser nosotros unos críos, nunca deberían habernos dejado entrar, pero eran tiempos duros como para impedirle la entrada a nadie, menos aún a unos niños con los bolsillos llenos de monedas. Algunos de nosotros teníamos algo de dinero...