ANALIS-DIS: METROID PRIME 3

Vuelve Metroid, vuelve Samus Aran, ,la cazarrecompensas capaz de desplazar a Boba Fett como mito juanpalomo y, probablemente, el personaje de videojuegos que, al revelar que era mujer, provocó más suspiros de alivio entre toda la comunidad de vídeo-jugadores.

Metroid siempre me ha recordado el relato corto de H.P.Lovecraft «En los muros de Erix». Básicamente, por ser todo un tour de force emocional que pasa por varias etapas: optimismo, superación, frustración, ira, negación, aceptación y… podredumbre. Todo eso en unas pocas páginas y sin ser alta literatura, pero bueno, despide un aroma único.

Sin embargo, decir que Metroid Prime 3 (MP3) es especial y quedarse tan ancho, es lo mismo que decir de una persona que es simpática: no tienes nada mejor que decir. Y eso es terrible. Demos un paso al frente y aceptemos las cosas como son. Como FPS, MP3 carece de la variedad de armas necesaria para competir en esta categoría. Como juego de exploración le sobran ayudas al jugador, como aventura es mas bien normalilla, así que una vez más debemos recurrir al tópico de: el conjunto resultante es superior a la suma de las partes. Y lo es por el control, ya que el wiimote salva la jugada y eso es digno de mencionarse y más si tenemos en cuenta que un juego en primera persona que incluya un arma (ni que sea un manojo pocho de perejil) suele demandar precisión en los movimientos y en el apuntado.

La puesta en escena de MP3 desanima y descoloca a partes iguales, los nuevos pensaran que es un clon de Halo y los veteranos se horrorizarán al ver tanto combate. Los demás, como personas normales que somos, lo primero que veremos es el cutrerio de texturas que nos presentan en pantalla. Y sí, hablamos de Halo cuando hablamos de MP3, y no solo por el inicio (ataque a nave nodriza), que sería como cagarse en Half-life porque empieza con un científico abriendo un portal a otro planeta, sino porque el diseño de enemigos y el escaso carisma de los secundarios remite a la «obra maestra» de Bungie.

Y es que MP3 es de esa clase de juegos cuya primera impresión no es buena, y que te hacen replantearte ciertos hábitos de compra compulsiva. Afortunadamente para todos, en cuanto llegamos al primer planeta la cosa se arregla en 3 sentidos: deja de ser un fps al uso, se abre a la exploración y los gráficos dan un salto cualitativo que hace pensar que el principio del juego se programó sin tener muy claro por dónde iban a ir las cosas y, lo que es peor, es un tutorial pésimo

MP3 se mueve en dos niveles:

En su vertiente FPS, exceptuando los enemigos finales, el resto de adversarios ni son un desafío, ni tienen carisma, ni nada. La IA es peripatética, el planteamiento de combates en entornos cerrados es arcaico, y en escenarios abiertos no pasa de colocar 4 cajas y esperar que te cubras y te asomes según sople el viento.

Con la excusa argumental del phazon introduce un modo reparteostias de alto nivel. La implicación de su empleo y las consecuencias físicas que tiene para Samus, son la forma que ha tenido Retro de limitar su uso y abuso, porque cuando nos ponemos en modo «loquedigalarubia» es cuando más disfrutamos de la vista en primera persona, pero aun así es algo más que un “bullet time” wannabe, de hecho es la justificación de las dos anteriores entregas de Metroid, donde el phazon es un destructor de mundos y ahora lo vemos como un corruptor de almas (y cuerpos).

Cuando nos adentramos en los terrenos de la exploración, la sensación es la de una libertad encorsetada, una restricción que choca frontalmente con la idea de exploración que desprende la saga Metroid. El uso del nunchaku y el wiimote para interactuar con los objetos y para abrirse camino permite plantear ciertos retos basados en plataformas, la incorporación del gancho como un elemento tan natural para la mano izquierda como el arma en la derecha le otorga un dinamismo que catapulta la inmersión hacia cotas insospechadas después de tantas decepciones en la trasto consola de Nintendo.

La saga Metroid, en su vertiente Prime, es exploración, es aventura, es un shooter, ¿qué demonios es? La indefinición lo ha alejado de las grandes masas y lo ha convertido en un juego de culto entre los fans más acérrimos. Para regresar en esta next gen, MP3 incorpora multitud de señales para evitar que nos perdamos, prefiere dárselo mascadito al jugador que frustrarlo. Esas ayudas en los momentos de exploración abre el juego a la gran masa de compradores y no debería cerrarlo para los puristas, al fin y al cabo los consejos aparecen si hacemos uso del escáner, con lo que si queremos pasarnos 3 días dando vueltas hasta descubrir que para avanzar había que reventar una piedra entre 1 millón, pues bueno, eso cada uno. MP3 exige paciencia el jugador, le insta a descubrir las cosas por si mismo y procura siempre no desmoralizarlo tanto como para que abandone.

Es un juego notable, que me recuerda poderosamente a Unreal 2, es decir: un juego con grandes ideas, pero con varios problemas. A saber: expectativas, diseño de combates, enemigos y niveles. Pero mientras que en U2 (shooter puro y duro) esto era realmente un handicap, en MP3 es una frustración salvable y lo es porque el juego no presenta como un objetivo el activar el interruptor que está en el punto B, sino que el desafío es encontrar cómo vas a llegar del punto A al B, apretar el interruptor sólo es una consecuencia pero ni siquiera es el premio, la recompensa ha sido superar el puzzle.

MP3 te lleva de la mano pasando de un estilo de juego a otro, hasta que te suelta la que se supone que es la verdadera esencia Metroid (un concepto heredado de la época de los 8 bits) cuando ya llevas unas horas jugando: Te quedas sólo en un planeta y apáñate como puedas. No es unicamente el jugador el que está sólo frente a la adversidad, Samus también se encuentra en la misma tesitura. Y los dos saben que si mueren (en el juego, palurdos) su cadáver nunca será encontrado, vivirán y morirán solos, aislados, probablemente perdidos. Esa y no otra es la grandeza de los Metroid: la angustia a través de búsqueda exhaustiva de una salida. La sensación de soledad, de estar, en algunos casos, observando la tumba de antiguas civilizaciones, convierte Metroid en un juego de arqueología, donde somos un Indiana Jones o una Lara Croft de ciencia ficción. Y es en este nivel donde mejor funciona Metroid, dejando al jugador descubrir la historia de lo que le rodea.

Y es que en anteriores entregas, el universo de Metroid nos parecía hostil y vacío porque siempre estábamos solos, no había amigos, no había compañía que nos echara un cable. Paradójicamente, con MP3 hemos descubierto que realmente el universo Metroid es así, no hay grandes alianzas, ni fundaciones, ni megaplanetas habitados hasta en el subsuelo. MP3 es la representación de un universo cuasi vacío, en contraposición con sagas galácticas en las que el metro cuadrado de terreno está mas cotizado que el cuarto y mitad de muslo de la Johansson. Es, en definitiva, la historia de un periodo gris de la historia de la humanidad, un periodo de estancamiento y de expansión a la vez, de dudas, es la historia de una adolescencia que duda entre el autismo o abrirse al mundo. Y eso lo explica todo, porque sino se hace extraño comprender ciertas decisiones de diseño, la más rara de todas y que afecta sustancialmente a la historia es aquella que nos presenta a nuestro alter ego virtual como una Barbie montada en su nave Fisher Price. Si alguna vez se ha hablado de una mala elección de la paleta de colores cuando hacíamos referencia a juegos de la era 16-bits, hoy Retro Studios recupera para nosotros esa sentencia. Entiendo que la transición desde la luz a la oscuridad se puede representar de múltiples formas, pero que una de ellas sea oscurecer los tonos chillones del traje de combate más hortera de la historia de los videojuegos, resulta tan simplista que casi echa por tierra toda la labor posterior del equipo de programación.

Mp3 resulta incómodo para el jugador y para el crítico porque nunca acaba de ofrecer lo que se vio en anteriores entregas, pero tampoco acaba de presentar nuevas formas de aproximarse al desarrollo de la acción, exceptuando, repetimos una vez más el impresionante nivel de inmersión alcanzado gracias al wiimote. Metroid camina en un fino equilibrio que amenaza con irse a tomar por culo en cualquier momento, lo que equivaldría a apagar la consola o cambiar de juego. Imagino que es el precio que se paga cuando presentas tu IP a una nueva generación de jugadores.

En 4 palabras:

Ni chicha ni limoná.

:love :love :love :love :love :love :love :hum